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Una forma sencilla de ayudar al buen funcionamiento del corazón – que hasta puede resultar muy agradable – es seleccionar alimentos saludables que no sólo te permitan mantener un peso adecuado sino también contribuyan a reducir la presión arterial y la cantidad de azúcar y colesterol en la sangre. En el mes de septiembre se celebra el Día Mundial del Corazón, y para unirnos al empeño de mantenerlo sano, te ofrecemos una serie de consejos para sepas qué comer para cuidarlo y para que los compartas con tus familiares y tus amigos.

Las enfermedades cardiovasculares son las que más muertes provocan en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas que mueren por algún problema de este tipo cada año superan los 17,1 millones. Por eso, el 28 de septiembre se celebra el Día Mundial del Corazón, el objeto es promover los métodos que reduzcan al mínimo los factores de riesgo que pueden afectarlo, como el exceso de peso y la falta de ejercicio regular.

En VidaySalud.com nos sumamos a esta campaña mundial, y desde aquí te contamos cómo elegir alimentos que te ayuden a mantener un corazón sano y fuerte. Si recuerdas el plato sugerido por la Agencia de Medicamentos y Alimentos (conocida como FDA por sus siglas en inglés) en abril de este año, la mitad está compuesta por frutas y verduras y un cuarto por alimentos que contengan fibra, como arroz integral o pan de salvado. Asimismo, incluye una porción de productos lácteos y sólo un cuarto del plato está destinado a las carnes y proteínas de origen animal.

Uno de los factores importantes a la hora de seleccionar alimentos para proteger el corazón es mirar las etiquetas de los productos y corroborar las cantidades o proporciones de grasas, azúcar, sal o sodio y calcio. De todos estos componentes, debes elegir los que tengan menos grasas, azúcar y sal o sodio y más calcio, vitaminas y fibra.

También debes aprender a diferencias los distintos tipos de grasas. Evita los productos con grasas hidrogenadas o trans (un tipo de grasa en que los fabricantes transforman la grasa líquida en sólida), utiliza manteca sólo de vez en cuando y, cuando quieras usar aceite, elige los más saludables, como los de oliva y canola.

Además, ¡ten cuidado! Cuando leas las etiquetas, presta atención a las que adviertan “sin grasa” o “sin colesterol”. Aunque puedan parecer muy saludables, no siempre lo son. ¿Por qué? Muchas veces estos productos tienen un alto contenido de azúcar, no son bajos en calorías y pueden elevar tus niveles de triglicéridos (otras grasas) en la sangre.

La dieta mediterránea es un ejemplo de una alternativa saludable no sólo para el corazón sino también para la salud en general. Un artículo reciente publicado en la revista del Colegio Americano de Cardiología se refiere a un estudio que analiza los resultados de 50 investigaciones que la presentan como un “seguro de vida” para tener un corazón sano y la asocian con la disminución de la mortalidad a causa de enfermedades del corazón, diabetes tipo 2, obesidad y algunos tipos de cáncer.

En la dieta mediterránea predominan las frutas, verduras, cereales integrales y productos lácteos bajos en grasa. A diferencia de la dieta que seguimos en los países de América, sólo consumen carnes rojas de tanto en tanto y en pequeñas cantidades. En su reemplazo, comen pescados, aves, frutos secos y legumbres cada semana. Asimismo, en vez de los aceites de maíz, girasol o manteca, utilizan principalmente aceite de oliva. Por otro lado, el consumo de alcohol es (y debe ser) moderado.

Ahora que sabes todo esto, ¿por qué no renuevas tu alacena? Que nunca falten los ingredientes para un corazón saludable:

  • Frutas y verduras frescas o congeladas sin azucarar.
  • Alternativas lácteas y no lácteas bajas en grasas y no hidrogenadas.
  • Frutos secos y semillas crudas y variadas.
  • Aceites variados: de oliva, canola, nuez, cacahuate o maní y sésamo; aerosoles para cocinar sin materias grasas y sustitutos de grasas para hornear, como el puré de higos y la salsa de manzana.
  • Vinagres variados: arroz, vino rojo, balsámico, sidra de la manzana y frambuesa.
  • Hierbas, condimentos y especias de todo tipo: ¡deja volar tu imaginación!
  • Edulcorantes artificiales o sustitutos del azúcar, como la miel y la stevia.
  • Legumbres y cereales, de preferencia integrales, ya que son más saludables y contienen más fibras.
  • Panes y pastas de harinas integrales, de soja (soya) o maíz.
  • Salsas y conservas sin grasa o bajas en grasa y con la menor cantidad de sal o sodio posible.
  • Sopas y caldos bajos en sodio.
  • Comidas congeladas sin sal ni azúcar añadidas.
  • Carne, aves de corral y sustitutos de carne, sin piel y con poca grasa.
  • Pescados variados: como salmón, caballa, tilapia, trucha, arenques y atún.

Recuerda que el 80% de los infartos y de los accidentes cerebrovasculares (derrames cerebrales) prematuros pueden evitarse, entre otras cosas, con una dieta sana. Si la acompañas de una actividad física regular y evitas el consumo de tabaco o dejas de fumar, tu corazón, de seguro, estará más sano.

Y aun con estos cambios en tu estilo de vida, no dejes de controlar regularmente tu presión arterial, el nivel de azúcar en tu sangre y el nivel de lípidos o colesterol, que son de los principales enemigos del corazón.

Imágen © iStockphoto.com / pagadesign

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