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Los perros de Teresa estresan a Joaquín porque siempre le roban los zapatos cuando va a salir al trabajo; a Enrique le estresa el tráfico de la ciudad y que la construcción de los vecinos lo despierte a las 7 a.m. en su día libre; y Soledad está estresada porque no encuentra trabajo. Las causas del estrés son diferentes para cada persona. Lo que estresa a los demás, no siempre es lo mismo que te estresa a ti. Y tú, ¿sabes qué te estresa?

Contestar a esa pregunta es una de las claves para poder manejar tu estrés. Tómate el tiempo para identificar las situaciones que comúnmente te causan estrés. Así puedes evitarlas cuando se repiten o prepararte para que no te afecten tanto.

Una forma clara de diferenciar las causas del estrés, es separando las que son externas de las que son internas, pues se previenen o controlan de diferente forma.

Causas externas:

Son situaciones que te ocurren, que no siempre las generas tú y que se te pueden salir de las manos. Algunas causas externas del estrés pueden incluir: momentos importantes en tu vida que pueden ser positivos como tu matrimonio, o negativos como la muerte de alguien cercano; cambios inesperados como un gasto no planificado; incomodidad con el ambiente de tu barrio o de tu casa; problemas con tu familia, con tus amigos, con el trabajo o con tu situación económica.

Causas internas:

El estrés no siempre viene de afuera. En muchas ocasiones viene de adentro, de nuestras emociones y pensamientos. Algunas causas internas del estrés pueden ser: experiencias traumáticas en tu vida que no han sido superadas; problemas emocionales como el negativismo, el miedo o la baja autoestima; la espera ansiosa de algo; las grandes expectativas personales como ser perfeccionista o demasiado controlador; y la crisis de tu percepción sobre el mundo o de tus valores. 

Hay otros factores que te pueden causar estrés, como no tener apoyo de tu familia o amigos, o sentirte solo. Hay ciertas etapas en la vida que naturalmente te pueden generar más estrés que otras pues son etapas de cambios fuertes, como la adolescencia o el inicio de la adultez. 

Puede suceder también que estés más propenso a estresarte cuando has dormido poco, no has comido bien y estás físicamente agotado. También es posible que algunas personas tengan una predisposición genética a estresarse fácilmente. 

Piénsalo de nuevo: ¿cuáles son las causas de tu estrés? Luego, escribe en una libreta una lista de estas situaciones y tu reacción a ellas.  Puede ser una buena manera de empezar a conocerte más, o de motivarte a buscar ayuda, ya sea de ir con un profesional, o de tomar otras medidas (de hacer ejercicio, buscar un hobby, meditar) para que el estrés no te agobie. Recuerda que por lo general, el estresarte no soluciona nada, y en cambio, le puede traer consecuencias negativas a tu salud.


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Imagen: ©Shutterstock / Sea son

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