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Todo depende. Puede ser un dato interesante de conocer y te puede motivar a hacer más ejercicio. Pero la verdad es que, a menos que tengas alguna enfermedad del corazón, seas un deportista consumado o quieras convertirte en uno, no es indispensable que monitorees tu frecuencia cardiaca cuando haces ejercicio.  A continuación te explicamos por qué.

Desde hace poco estás practicando algún tipo de deporte o actividad física, y te has empezado a dar cuenta de la cantidad de artículos que venden para deportistas. Entre ellos se encuentra ese reloj o esa banda para medir la frecuencia cardiaca que le has visto a varios amigos y deportistas. Y te estás preguntando… “¿lo compraré?”

Pero tal vez las preguntas más importantes que necesitas hacerte son… “¿para qué me sirve saber mi frecuencia cardíaca (ritmo cardiaco o pulso) cuando hago ejercicio?” y “¿qué voy a hacer con esa información?”.

El medir tu frecuencia cardíaca antes, durante y después de que haces ejercicio te permite saber cómo está latiendo tu corazón y cuál es el efecto de la actividad física sobre él.

Te explico. Para la mayoría de las personas, la frecuencia cardíaca normal durante el reposo (antes de hacer ejercicio) es de entre 60 y 90 latidos por minutos. Cuando tu frecuencia es mayor, quiere decir que tu corazón no trabaja tan eficientemente pues necesita latir más veces por minuto para bombear la sangre por el cuerpo. Y los atletas y los deportistas dedicados suelen tener la frecuencia cardiaca 10 o 20 latidos por abajo de lo “normal”, lo cual podría significar que su corazón está funcionando más eficientemente gracias al entrenamiento que hacen.

Sin embargo, la verdad es que la frecuencia cardíaca no se puede comparar tan fácilmente y el hecho de tenerla más baja que otras personas no quiere decir que seas más atlético, pues finalmente los latidos del corazón cambian de acuerdo a tu salud cardíaca, a tu edad, a la altitud en la que vives, etc.

Así que el reloj no te servirá para saber si eres más o menos atlético que otros pero, sí te puede servir para medir tu propio desempeño. Hay dos tipos de personas que le sacan mucho provecho a la medición de la frecuencia cardíaca: los deportistas y quienes padecen del corazón.

Si tienes una enfermedad cardiovascular, el ejercicio puede ser de gran ayuda, siempre y cuando sea controlado debido a que la actividad física acelera los latidos del corazón. La mejor forma de controlarlo es monitoreando tu frecuencia cardíaca para que nunca excedas un máximo saludable que pueda poner tu corazón en riesgo. Y para esos casos, un medidor de la frecuencia cardíaca es vital.

Por otro lado, cuando eres un deportista dedicado o consumado, o cuando quieres serlo, el medir la frecuencia cardíaca es parte importante de tu entrenamiento pues te permite conocer tu rendimiento y poner a prueba tus capacidades. Muchos deportistas miden su frecuencia cardiaca para no exceder límites saludables que puedan poner en riesgo su salud, y para ver cómo mejora su rendimiento con el tiempo. El objetivo es bajar la frecuencia cardíaca durante el ejercicio, pues es señal de que su corazón trabaja más eficientemente y que su rendimiento ha mejorado.

Pero si tu no eres un deportista dedicado ni sufres del corazón, ¿realmente necesitas medir tu frecuencia cardíaca constantemente?

La verdad es que no es algo vital ni determinante en tu actividad física. Y tampoco es un dato decisivo cuando haces ejercicio para bajar de peso, pues la cantidad de calorías que quemas haciendo ejercicio dependen más del esfuerzo que hagas en la mayor cantidad de tiempo que puedas.

Sin embargo, hay personas a las que les gusta medir su frecuencia cardíaca como una forma de retarse a sí mismos y mantener su interés en la actividad física. Así que, si crees que un reloj de pulso es un buen incentivo para que sigas haciendo ejercicio, sigue adelante con tu plan y disfrútalo. Cualquier cosa que mantenga vivo tu interés en el ejercicio será bienvenido.

Imagen © Thinkstock / blyjak

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