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  • Además de afectar a nuestra salud respiratoria, el consumo de tabaco incide en otros órganos de nuestro organismo de una forma muy directa, siendo uno de ellos nuestra piel.
  • Aunque en los últimos años en Estados Unidos han descendido las tasas de tabaquismo, las nuevas formas de consumo del tabaco han aumentado de forma sensible recientemente.
  • Existen en el mercado múltiples productos que pueden ayudar a contrarrestar los efectos del consumo de tabaco sobre nuestra piel, aunque lo mejor siempre es abandonar este mal hábito.

Todos tenemos claro que el tabaco no se lleva bien con nuestra salud. Es el principal factor en el desarrollo de muchas enfermedades, la mayoría de ellas relacionadas con nuestra sistema respiratorio, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC, la bronquitis, el enfisema o el cáncer de pulmón. Pero también afecta a otros sistemas que no tenemos tan presentes, como el cardiovascular o el renal. Y desde luego, tiene un efecto muy negativo sobre la piel.

“Los últimos estudios en Dermatología señalan que muchas enfermedades dermatológicas se agravan con el tabaco o este se considera un disparador de estas, como es el caso de la psoriasis, el lupus, o el cáncer de piel o de boca”, explica Blanca González, vocal de Dermofarmacia del Colegio Oficial de Farmacéuticos de A Coruña, en España, quien añade: “está compuesto por múltiples tóxicos que ejercen su efecto nocivo en la piel desde el exterior, por la exposición al humor y al calor, y desde el interior, con la llegada de esos tóxicos a través del torrente sanguíneo”.

En Estados Unidos se estima que el 14 % de la población adulta es fumadora corriente de cigarrillos, lo que equivale a aproximadamente 34 millones de personas, siendo principal causa de enfermedad y muerte prevenible, provocando más de 480.000 muertes anuales. Un dato positivo es que la tasa de fumadores en este país ha disminuido significativamente en las últimas décadas, pasando del más del 42 % que fumaba en el 1964 al mínimo histórico actual del 14 %. Sin embargo, las nuevas formas de consumo de tabaco están aumentando y en 2022 aproximadamente el 4,7 % de los adultos en Estados Unidos informaron haber vapeado nicotina en los últimos 30 días, un hábito que a pesar de la creencia general es muy pernicioso para nuestra salud.

¿Cómo afecta el tabaco a nuestra piel?

Los mecanismos que desencadena el tabaco y que tienen un efecto negativo sobre la piel son bastante conocidos, gracias a la gran investigación realizada en los últimos años. Así, por ejemplo, cuando fumamos tabaco se produce un aumento de los radicales libres de oxígeno o ROS y de las metaloproteinasas de la matriz, como señala Rosa Catalina Ortiz, miembro del Grupo de Trabajo de Dermatología de la Sociedad Española de Farmacéuticos Comunitarios y de Familia (SEFAC). “Los ROS producen daños en los fosfolípidos, en la proteínas y en los ácidos nucleicos en un proceso denominado estrés oxidativo. Las metalaproteinasas se encargan de la remodelación de los componentes proteicos de la matriz extracelular, produciendo una disminución de la tensión mecánica de los fibroblastos. Ambos procesos se asocian a un envejecimiento prematuro de la piel”.

Además, se ha comprobado que el tabaco inhibe la proliferación de macrófagos y fibroblastos. “Los fibroblastos dérmicos disminuyen su actividad, migración y proliferación. Por tanto, disminuye la cicatrización de heridas”, añade Gema Herrerías, vocal de Dermofarmacia del Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CACOF), de España.

También el tabaco incrementa la degradación de la tropoelastina y disminuye la producción de colágeno de tipo I y II. Esto se traduce en una piel más flácida y un aumento de las líneas de expresión. No son estos los únicos efectos, ya que tampoco nos podemos olvidar de los daños que produce el humo del tabaco en la piel. “Este contiene sustancias como el monóxido de carbono, que en contacto con la piel provoca deshidratación, o el dióxido de nitrógeno, que provoca el color amarillento característico de los dedos que sujetan el cigarrillo”, explica Rosa Catalina Ortiz.

Y todavía hay más efectos. “Tiene un efecto hipoestrogénico al aumentar el metabolismo de los estrógenos con la consecuente atrofia y sequedad cutánea que puede recordar a los efectos de la menopausia en la piel. Y por supuesto la acción cancerígena de sobra conocida”, finaliza Blanca González.

En resumen, Blanca González explica como acaba afectando en general todo esto a nuestra piel. “La pieles de los fumadores tienen peores procesos de cicatrización y mayor formación de arrugas por una menor vascularización y oxigenación, por la exposición al calor y por la formación de ROS. Esto al final ocasiona pérdida de elasticidad, piel seca y también las conocidas como ‘código de barras’ o arrugas verticales alrededor del labio producidas por la repetición del movimiento al fumar”.

 

Por Miguel Ramudo
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