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La crisis por la que están pasando los ucranianos debido a la guerra no provocada causada por el presidente Putin de Rusia, ha agravado la angustia mundial. Hemos estado viviendo una época de ansiedad e incertidumbre durante los últimos dos años debido principalmente, a la pandemia del COVID-19 y a sus consecuencias. Por eso no es de sorprenderse que este conflicto intensifique los problemas de salud mental. Aquí encontrarás recomendaciones sobre lo que puedes hacer para ayudarte.

El dolor que podemos experimentar al observar las imágenes, escuchar y leer lo que está sucediendo el Ucrania no se compara con lo que está experimentando y por lo que está pasando su población. Algunos incluso temen por la seguridad de sus seres queridos en Ucrania. Otros se preguntan si el conflicto a miles de millas o kilómetros de distancia de donde viven podría afectarles, y se sienten culpables de expresar esas preocupaciones, cuando ven a unos ucranianos huir del país y a otros resguardarse en las estaciones del metro para evitar ataques aéreos rusos.

Eso no quiere decir que no los podamos ayudar sin ayudarnos a la vez. Existen muchas organizaciones sin fines de lucro a nivel internacional a las que podemos donar dinero y/o tiempo para que les proporcionen asistencia con alimentos, servicios médicos, acceso a educación, vivienda, apoyo psicológico, etc. etc.

¿Qué puedes hacer para ayudarte a ti?

Obviamente si de por si te encuentras desgastado por el trauma de la pandemia del COVID-19 y sus consecuencias en tu vida, ya sea por enfermedad, por las consecuencias en tu casa, en tu familia, en tu trabajo, en tu situación económica, es más difícil poder manejar otra crisis que genera ansiedad e incertidumbre.

  • Procura encontrar tiempo para ti y técnicas para reducir el estrés (haz algún tipo de ejercicio: puede ser salir a caminar; toma un baño de agua caliente; haz yoga y/o ejercicios de estiramiento antes de dormir; procura dormir lo suficiente; escucha música relajante; encuentra una afición que te agrade, como pintar, etc.). Hay evidencia de que dormir lo suficiente y hacer ejercicio es especialmente importante para manejar el estrés y la ansiedad.
  • Pasa tiempo con familiares o amigos. Es importante que procures no aislarte, que hables con personas a quienes les tienes confianza, que te involucres en actividades que te gustan.
  • Limita el tiempo que pasas consumiendo noticias acerca de la guerra. Mientras es importante que estés enterado de lo que sucede en el mundo y con el conflicto, también es importante que pases un tiempo corto para obtener la información y que procures que la fuente sea creíble, confiable y no demasiado gráfica o sensacionalista. Si quieres tener un impacto en el conflicto, escríbeles a tus representantes, participa y/o dona a organizaciones o a candidatos que tu piensas que pueden tener un impacto, pero no te obsesiones. Desgraciadamente la única persona que puede para la violencia por si solo es el presidente Putin. 
  • Concéntrate en las cosas que están bajo tu control. Seguir una rutina puede ser útil en tiempos de incertidumbre. El que tengas estructura te ayudará a sentir que puedes predecir, en cierta medida, lo que sucederá en el transcurso de tu día. 
  • Retírate, despégate de la crisis intermitentemente. El que estés preocupado por las personas afectadas por la guerra refleja tu empatía y tu belleza interior. Por otro lado, si esa preocupación te está causando tal angustia y/o depresión que impide que te cuides a ti mismo y te abruma, te puede hacer daño. No podrás ni atenderte ni atender a los que te rodean, mucho menos a los afectados por la guerra. Como dice el refrán, la caridad empieza en casa. Es más probable que las personas que han pasado por traumas como conflictos severos previos, que han sufrido violencia en sus países, que han sido refugiados, son más vulnerables. 
  • Visita a tu médico y/o a tu especialista de salud mental si tienes una enfermedad mental diagnosticada y/o si te sientes mal, o si desarrollas sentimientos de tristeza, depresión o ansiedad. De hecho, los problemas de salud mental se pueden manifestar en problemas físicos como: cambios en el apetito, problemas gastrointestinales, irritabilidad, insomnio o dificultades con el sueño, tensión muscular. Si tienes cualquiera de estos síntomas y/o si tienes dudas, consulta a un médico.

Para concluir, me gustaría mencionar que, en la publicación médica British Medical Journal (BMJ), el 2 de marzo del 2022, una columna titulada Rusia invade a Ucrania otra vez: ¿cómo puede responder la comunidad sanitaria? menciona que las consecuencias de la invasión a la salud son numerosas y severas. Las más evidentes son las lesiones y las muertes no sólo a los soldados sino a los civiles, incluyendo a los niños. Pero adicionalmente, existen amenazas a la salud pública. Brevemente:

  • A la infraestructura vital (agua y alimentos) en medio de una pandemia de COVID-19 con casi 25.000 casos nuevos al día y menos del 40% de la población vacunada.
  • Ucrania también ha tenido que lidiar con un brote de polio que se inició en octubre del 2021 en una población con una tasa baja de inmunización. Una campaña de vacunación contra la polio había empezado en febrero del 2022, pero se interrumpió por la guerra.
  • El conflicto causado por los separatistas respaldados por Rusia en la región oriental de Donbas ya había causado más de 1,5 millones de desplazados internos y una gran carga de trastorno de estrés postraumático, depresión y ansiedad que no se había tratado.

Se estima que esta crisis pueda desplazar a más de siete millones de ucranianos. Algunos con problemas que requieran medicinas. Todos necesitarán vivienda y seguridad.

Ucrania también exportaba granos para la alimentación de varios países, que ahora sufrirán también. 

En fin, la invasión de Ucrania es una catástrofe de salud pública no sólo para los que están peleando, sino para muchos otros alejados de sus fronteras. Por eso, así como la pandemia por el COVID-19, nos debe interesar a todos.  Y, como dice la columna en el BMJ, debería impulsarnos a exigir un mundo más seguro y saludable.

En mi próxima columna discutiré algunas estrategias para ayudar a los padres a hablar sobre la guerra con sus hijos y sus adolescentes, de acuerdo con su edad.

 

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Imagen: ©Shutterstock / fizkes

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