- La sobreestimulación, especialmente en la primera infancia, es la llegada en poco tiempo de muchas señales y sensaciones al cerebro. Esto genera que los niños no sean capaces de gestionarlo, llegando a expresarlo externamente con hiperactividad, o internamente, retrayéndose, donde simplemente se apagan. Si esto se mantiene en el tiempo pueden producirse efectos negativos crónicos.
- La sobreestimulación o sobrecarga de información en corto tiempo puede tener efectos negativos en el desarrollo cognitivo, físico y social de los niños; especialmente si comienzan a darse en la primera infancia. De acuerdo a la experta en crianza respetuosa, Blanca García Osorio, los niños aprenderán a vivir en alerta constante. Esto les afectará a sus capacidades de autorregulación; sin contar el efecto en la concentración y capacidad para solucionar problemas.
- Para evitar la sobreestimulación en la primera infancia es recomendable encontrar un equilibro entre las actividades que están a nivel de la escala humana y las que no. Es necesario que los niños aprendan a tener contacto real con otras personas. Es importante hacer actividades fuera de las pantallas donde se promueva la exploración e imaginación. Además, de tener un ambiente tranquilo en la casa.
En la sociedad actual estamos frente a constante estimulación y sobrecarga de información que está ideada para adultos, lo que dificulta comprender la magnitud que puede afectar a los niños. En este artículo, en compañía de Blanca García Osorio, educadora de párvulos, experta en crianza respetuosa y directora ejecutiva de la Corporación Red Chilena de Crianza Respetuosa, así como de su grupo Crianza en Flor, exploraremos con detenimiento los impactos adversos de la sobreestimulación en los niños.
Los primeros años de vida de un individuo, conocido como la primera infancia, desempeñan un papel crucial y definitorio en el desarrollo del niño que luego será un adulto. En ese periodo, los pequeños quieren explorar el mundo que les rodea con insaciable curiosidad, estableciendo las bases de su crecimiento personal.
¿Qué es?
“Una sobrecarga es la sobreestimulación del cerebro por la llegada a nivel sensorial de mucha información en poco tiempo –apunta Blanca García-. Si nos llega mucha información desde varios sentidos, y considerando que el cerebro de los niños está muy inmaduro, no logra procesar todos los estímulos; no se pueden integrar y se produce la sobrecarga”.
Tener una sobrecarga en cualquier sentido, genera efectos en el corto plazo. Para la especialista estos pueden darse de manera interna o externa. Es decir, puede ocurrir:
- Cansancio extremo, lo que vamos viendo que luego de una sobreestimulación los niños comienzan a apagarse de apoco. Sienten rápidamente un agotamiento, incluso se duermen. “No es que estén relajados, es que su cerebro necesita apagar”, apunta.
- Hiperactividad conductual, en muchos casos los niños comienzan a sentirse eufóricos, a tal punto que se les hace muy difícil conciliar el sueño. “En algunos casos les cuesta saber si tienen hambre o saciedad”, indica.
“Si esto se sostiene en el mediano a largo plazo, habrá una transformación de toda la arquitectura cerebral. Los humanos nacemos con un cerebro que espera una relación, un vínculo con otros seres humanos a escala humana. Cuando estamos en estos límites ya no se sienten protegidos los niños, muchos estímulos no es cuidado”, manifiesta la profesional.
A largo plazo nos cambia la vida
Hay muchas fuentes de estímulos que nos abruman aportándonos gran cantidad de emociones y sensaciones. Algunos pueden ser:
- Juguetes electrónicos que emiten muchos ruidos o se mueven rápido.
- Pantallas donde se proyecten muchas acciones en poco tiempo, con muchos colores y sonidos.
- Realizar muchas actividades extracurriculares de manera excesiva.
- Tener un entorno ruidoso y con muchos cambios en las tonalidades de las personas.
“Esto ya genera un estrés tóxico, porque tantas cosas no las podemos gestionar. Se ha visto que crece la amígdala cerebral, la que nos da la alerta frente a situaciones de peligro. Si esta se queda grande, el cerebro aprende que debe vivir en alerta constante; es decir, en niños tan pequeños se traduce en reducir la capacidad de auto regulación, sueño, saciedad, ritmo cardiaco”, desarrolla Blanca.
Junto a lo anterior, es absoluto que los niños expuestos a sobreestimulación sostenida van a desarrollar problemas para lograr mantener la atención y concentración. Para algunos profesionales esto afectaría de manera directa la capacidad de pensamiento crítico y resolución de problemas; principalmente por que los niños se acostumbran a recibir información instantánea y predefinida, en lugar de explorar y descubrir por sí mismos.
No todo está perdido
Ya lo dijo la profesora Maria Montessori: “No hay descripción, ni imagen, ni libro que pueda reemplazar ver árboles reales y toda la vida que los rodea en un bosque”. En esa línea Blanca asegura que la clave para entregarle estímulos a los niños debe ser a escala humana: “Para saber si algo lo sobre estimulará o no, debo pensar, ¿esto está más cerca de la escala humana o no? Mientras más lejos del vínculo humano real en persona, más lejos estoy del respeto en su desarrollo”.
- Una voz humana cercana: Un cuerpo humano que lo mece, que lo consuela o que le canta es un signo de respeto.
- Si hay ruidos externos que no se pueden controlar, soy yo el tutor que creo una protección, hablándole, explicándole que ya va a pasar.
- Ir lugares enormes, como un centro comercial, nunca será mejor que ir caminando por la calle o un parque.
- No es lo mismo que el niño esté bailando en el centro con toda la familia mirando, a que en un acto cultural estén, con música a un volumen bajo, todos bailando y compartiendo un momento juntos.
“Nuestros hijos necesitan de nosotros y de nadie más. Nuestros hijos nacieron enamorados de nosotros, por eso nos necesitan para su cuidado y supervivencia. Si encendemos las pantallas, apagamos a los niños. Necesitan vínculos reales con personas y la voz humana, ninguna otra cosa”, cierra la experta.
Por Carlos Diego Ibáñez
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