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Más de 254,000 mujeres reciben un diagnóstico de cáncer del seno cada año tan sólo en los Estados Unidos. ¿Te imaginas lo difícil y doloroso que es recibir una noticia así? Pero hay buenos pronósticos para las que necesiten una mastectomía como parte del tratamiento y posteriormente una reconstrucción del seno. Un estudio realizado en Italia ha determinado que el uso de la grasa como relleno de la mama es otro método  que probablemente no influye en la reincidencia del cáncer primario después de la operación. Los estudios continúan, aquí te informamos.

Gisela es una sobreviviente del cáncer del seno. Ha enfrentado valientemente a la enfermedad y se mantiene bien informada sobre las alternativas de tratamiento, las ventajas que brindan y los riesgos que implican. El próximo paso en su recuperación será una cirugía reconstructiva del seno. Junto con la ilusión de recuperar su figura y volver poco a poco a llevar una vida normal, Gisela siente también la preocupación de que el cáncer regrese de nuevo.

Su médico le ha explicado los distintos métodos que se emplean comúnmente para rellenar la nueva mama: usando implantes de silicona, implantes de solución salina y grasa. Por lo general se utiliza un implante para la reconstrucción primaria y se rellena alrededor con pequeñas cantidades de grasa para darle al seno una apariencia y una textura más natural.  Este  método se conoce como lipofilling y se utiliza también con éxito en cirugías de otras partes del cuerpo como el rostro y los glúteos.

Un trabajo de investigación realizado por Jean Ives Petit, del Instituto Europeo Oncológico de Milán, Italia — y cuyos resultados han sido publicados en Annals of Oncology — desmiente la hipótesis de que el lipofilling estimule la reincidencia del cáncer. Como las células de la grasa tienen capacidad de regenerarse, se sospechaba que podían favorecer el crecimiento de las células tumorales y favorecer la recurrencia del cáncer original. Según el estudio, Gisela y otras candidatas a la reconstrucción del seno pueden estar tranquilas.

En el estudio participaron 321 mujeres que se habían sometido a este tratamiento como parte de la cirugía reconstructiva de la mama. Estas mujeres se compararon con un grupo de control con el doble de participantes, 642 mujeres que tuvieron cirugía pero que no se sometieron al lipofilling.  Después de seguir el desenvolvimiento de las pacientes durante 56 meses tras la intervención primaria y de 26 meses tras el relleno, el número de recaídas con cáncer fue similar en ambos grupos. La única diferencia se encontró en los casos de carcinomas “in situ” (un tipo de cáncer muy incipiente), en los que se detectó un ligero aumento entre las pacientes sometidas a lipofilling (tres casos frente a ninguno).

De acuerdo con los autores del estudio, esos resultados pueden deberse al escaso número de participantes, el corto periodo de seguimiento y a ciertos criterios a la hora de elegir a las integrantes del grupo de control, ya que los estudios anteriores señalan que la tasa de recurrencias entre estas mujeres debería ser del 2% y no del 0%.

Este estudio es importante pero, leyendo con detenimiento, aún se requieren más investigaciones para corroborar los hallazgos ya que se sabe que la grasa es capaz de producir factores de crecimiento. El temor es que al trasplantar la grasa al seno se estimule el crecimiento de los vasos sanguíneos (angiogénesis) de algunas células cancerosas que hayan quedado inactivas en la mama haciendo que se multipliquen y que se reactive el cáncer. Esto se ha visto con la grasa en el laboratorio, la cuestión es saber si este fenómeno se repite en los humanos.

Obviamente los resultados del reporte del Dr.  Petit y sus colaboradores hasta el momento son positivos, es un muy buen paso, pero tendremos que esperar un poco para tener más casos y una respuesta más definitiva. Por el momento tenemos más experiencia con otros métodos para la reconstrucción del seno.

Imágen © iStockphoto.com / doram

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