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La tartamudez es un trastorno del habla que afecta a la fluidez de las palabras, por ello, podemos hablar de que es un trastorno de la comunicación. Más de 70 millones de personas en todo el mundo, incluyendo alrededor de 3 millones de estadounidenses, tartamudean. Esa cifra incluye aproximadamente el 5 por ciento de los niños, muchos de los cuales superan la condición, y el 1 por ciento de los adultos. Entre ellos se encuentran el actual presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, el actor James Earl Jones y la actriz Emily Blunt. Aunque esas personas y muchas otras han logrado el éxito en sus carreras, la tartamudez puede contribuir a la ansiedad social y provocar el sentimiento de ridículo o la discriminación por parte de otros.

En los últimos decenios, los terapeutas atribuyeron erróneamente la tartamudez a defectos de la lengua y la laringe, a la ansiedad, a los traumas o incluso a la mala crianza de los hijos, y algunos todavía lo hacen. Sin embargo, otros han sospechado durante mucho tiempo que los problemas neurológicos podrían ser la causa de la tartamudez. 

Los neurocientíficos han observado sutiles diferencias en los cerebros de las personas que tartamudean, pero no pueden estar seguros de si esas diferencias son la causa o el resultado de la tartamudez. Los genetistas están identificando variaciones en ciertos genes que predisponen a una persona a tartamudear, pero los propios genes son desconcertantes.

“Aunque existen aún muchas hipótesis, los últimos estudios refieren que la tartamudez tiene como base las áreas cerebrales del lenguaje, que se encuentran en el hemisferio izquierdo, que interfieren en el sistema motor del habla y la causa sería una dificultad en la integración de los circuitos neurológicos”, explica Xon Belmonte Mateu, secretaria de la junta del Colegio de Logopedas de Cataluña, en España.

La especialista señala además que existen diferentes tipos de tartamudez:

  • Tartamudez evolutiva o del desarrollo: cuando aparece durante el desarrollo de la persona de forma espontánea.
  • Tartamudez farmacógena: adquirida por una causa química o farmacológica.
  • Tartamudez neurógena: cuando se produce un accidente vascular o similar que afecta a la zona del cerebro que controla el habla.
  • Tartamudez psicógena: si existen alteraciones de salud mental.

¿Existen tratamientos para la tartamudez?

El hecho de desconocer cuál es el origen exacto de la tartamudez hace que no haya sido fácil poder desarrollar tratamientos que sean eficaces, aunque en los últimos años esto está cambiando, según explica Xon Belmonte. “Se han desarrollado tratamientos muy efectivos que tienen como base la intervención logopédica con estrategias de ‘habla fácil’, que no tienen nada que ver con los ‘antiguos y obsoletos’ ejercicios de respiración y relajación que antes se practicaban”.

La experta resalta también que la intervención inicial de causas y síntomas de la tartamudez debe ser tratada desde la logopedia. “Pero las consecuencias y efectos que puede tener en la persona deberán ser tratados también desde la psicología”. De no tratarse adecuadamente este trastorno puede acabar derivando en dificultades en la comunicación, miedo a hablar en público, vergüenza, frustración y ansiedad. “Recordemos que muchos de los niños y niñas que tartamudean sufren acoso escolar”, añade Xon Belmonte.

Síntomas para sospechar

Teniendo en cuenta que la tartamudez se suele presentar durante la infancia, a veces puede surgir la duda de si nuestro hijo o hija tienen este problema o simplemente están siguiendo un desarrollo normal del habla que puede incluir vacilaciones en la pronunciación. Sin embargo, existen algunos síntomas que nos pueden hacer sospechar que algo no va como debería en el desarrollo comunicativo.

“Si nuestro hijo o hija empieza a realizar repeticiones, prolongaciones o bloqueos de sonidos, sílabas o palabras de forma involuntaria y con frecuencia, sobre todo en el inicio de la frase o si vemos que hay tensión corporal o facial y/o movimientos asociados. Pero también debemos observar si hay conductas evitativas que muestran que ahora no quiere hablar, pero antes de la aparición de estos síntomas no era así y que puede ser provocado por vergüenza, ansiedad o mutismo”, señala la logopeda.

Si las disfluencias –que es como se conoce técnicamente a las interrupciones en la fluidez al hablar, se producen durante al etapa infantil durante más de seis meses, sería importante acudir a un especialista para poder valorar si son típicas o no. “Si hay antecedentes familiares, esta consulta debería ser inmediata, puesto que sabemos que hay un carácter genético que transmite una predisposición a tartamudear”, añade Xon Belmonte.

Recomendaciones para los padres 

La experta señala que sobre todo es importante acudir a un profesional especializado y dejarse acompañar en todo el proceso de tratamiento de la tartamudez. Estas son algunas recomendaciones que también destaca la logopeda:

  • Es importante evitar siempre decir cosas como ‘habla más despacio’ o ‘no te pongas nervioso’, ya que estos comentarios hacen que la comunicación se vuelva más tensa para el niño. 
  • Hay que dejarlos hablar y no acabar las frases. 
  • Mantener el contacto visual en todo momento. 
  • Cuando hablen con su hijo que siempre lo hagan con un ritmo pausado, que sea natural, no forzado. 
  • Que sepan que valoramos lo que dice y no cómo lo dice. 

 

Por Miguel Ramudo
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