Hablar de tratamientos contra el Alzheimer ya no es sinónimo de resignación, sino de esperanza. La última década ha traído avances concretos que ralentizan la progresión de la enfermedad. Que puede dar más años de autonomía a los pacientes. Así lo ve el Dr. Juan Fortea, Director de la Unidad de Memoria del Hospital de Sant Pau e investigador del centro de Investigación Sant Pau, Barcelona. “La forma en que se está hablando de ‘ralentizar la enfermedad’ es el tiempo ganado. Es la primera vez en la historia que se ha podido hacer el Alzheimer más lento con tratamiento”.
En este artículo exploramos qué logran los nuevos fármacos. Así como reconocer qué riesgos implican, cómo cambiarán la atención médica y por qué la prevención sigue siendo clave. Aunque aun los científicos son cautos, ya que hay barreras médicas, logísticas y éticas que se han de sortear.
Qué han logrado los nuevos tratamientos contra el Alzheimer
Se han descrito, por primera vez, fármacos que actúan directamente sobre la biología del Alzheimer. A diferencia de los anteriores que lo hacían sobre los síntomas. Los más destacados son Lecanemab y Donanemab, que ya han sido aprobadas en Estados Unidos. Dos inmunoterapias que se unen a las placas de β-amiloide en el cerebro. Así logran reducir su acumulación y ralentizar el deterioro cognitivo.
En los ensayos clínicos, ambos medicamentos disminuyeron la cantidad de placas. Lo que se tradujo en que los pacientes pudieran seguir con actividades cotidianas por más tiempo. Es decir, permiten demorar el deterioro cognitivo y funcional. Eso sí, en las fases tempranas de la enfermedad.
El Dr. Fortea explica que estos fármacos “no curan, ganan tiempo”. Un avance que, aunque modesto, marca un antes y un después en la historia del Alzheimer.
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Riesgos, limitaciones y candidatos adecuados
Los nuevos tratamientos contra el Alzheimer aún no son para todos. Principalmente por los efectos secundarios. Estos se agrupan bajo el término ARIA. Anomalías detectadas por imagen relacionadas con amiloide. Que pueden incluir microhemorragias o edemas cerebrales.
La mayoría de los casos fueron leves o asintomáticos. Pero algunos pacientes presentaron síntomas graves. Además, los riesgos son mayores en portadores del gen APOE ε4, asociado con predisposición a la enfermedad. Lo que obliga a realizar pruebas genéticas y resonancias antes de comenzar la terapia.
Por esto, los medicamentos están indicados solo para fases tempranas de la enfermedad. Cuando aún hay posibilidad de retrasar la progresión. Ya que el deterioro cognitivo es leve.
Aun así, los profesionales ya hablan de cambio de era o paradigma. El acelerado avance que han tenido en enfermedades neurodegenerativas hace tener mucha esperanza. Quizá en cuestión de décadas todas puedan ser frenadas o incluso curadas.
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Cómo los tratamientos contra el Alzheimer transformarán la práctica médica
Si estos tratamientos se amplían a la población, los sistemas médicos deberán adaptarse rápidamente:
- Exámenes de imágenes más accesibles y sensibles
- Capacidad para administrar infusiones y equipos formados en manejo de ARIA
- Acceso amplio a biomarcadores reconocidos y confiables.
- Atención multidisciplinar a los pacientes y familias con Alzheimer.
En muchos países esto supone un reto enorme y puede agrandar desigualdades en acceso a la atención.
¿Y el futuro? Nuevas terapias para el Alzheimer
La investigación no se detiene en frenar a las placas amiloides. Ahora se desarrollan fármacos que actúan sobre la proteína tau, otra pieza clave en la neurodegeneración. Incluso, algunos medicamentos en fase experimental buscan reducir la inflamación cerebral. O mejorar la comunicación entre neuronas.
También se están estudiando combinaciones, como anti-amiloide + anti-tau. O el uso de fármacos ya conocidos (por ejemplo, Ozempic, usado para diabetes). Ya que se han visto mejoras en la plasticidad cerebral y compensación ante los efectos de la enfermedad.
La visión es clara: el Alzheimer es multifactorial. Y su tratamiento probablemente requerirá enfoques combinados y personalizados.
Prevención y salud pública: el otro pilar del tratamiento
A pesar de los avances farmacológicos, la prevención sigue siendo la herramienta más poderosa. La idea es seguir lo que comentamos en el artículo anterior. Intentemos modificar factores de riesgo (actividad física, control vascular, educación, audición, sueño, etc.). Así es posible retrasar o reducir casos.
Como nos lo afirmó la Dra. Eider M. Arenaza-Urquijo, investigadora del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGGlobal).
Ella lo resume así: “si se reducen 14 factores de riesgo hay un 40% de demencias que se pueden prevenir”. Una llamada a invertir en salud pública y entornos que favorezcan estilos de vida saludables.
“Nunca es demasiado tarde para cuidarse. Siempre hay margen para ganar calidad de vida”, agrega. El futuro del Alzheimer combina innovación médica y prevención activa. Dos caminos que, juntos, pueden cambiar miles de vidas.
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Preguntas frecuentes
¿Los nuevos tratamientos curan el Alzheimer? No, pero pueden ralentizar el deterioro y mejorar la calidad de vida.
¿Quiénes pueden recibir estos tratamientos? Pacientes en fases iniciales de Alzheimer. Que tenganconfirmación de amiloide y buena salud general.
¿Son seguros los fármacos como Lecanemab o Donanemab? Tienen efectos secundarios controlables, pero requieren monitoreo médico constante.
¿Hay más terapias en desarrollo? Sí, hay estudios en curso sobre fármacos anti-tau y medicamentos combinados.
¿Cómo puedo reducir mi riesgo de Alzheimer? Mantén actividad física, una dieta saludable y controla tu presión y colesterol.
Por Carlos Diego Ibáñez
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