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Quizá tengas analgésicos en tu casa, en tu trabajo, en un cajón o en tu bolsa porque — si tienes un dolor de cabeza, de espalda, o un cólico menstrual — una aspirina, un Tylenol o un Advil te podrían sacar del apuro. Sin embargo, es necesario que conozcas cuáles son las diferencias entre los analgésicos y, sobre todo, cuándo debes evitar alguno de ellos y/o cuáles podrían ser algunos de sus efectos secundarios.

La ciencia de los analgésicos es una de las ramas de la medicina que más ha evolucionado en los últimos años. El Congreso Estadounidense declaró la década pasada como la década de la investigación y el control del dolor, lo que ha ayudado en los avances de los fármacos que alivian, atenúan (aligeran), controlan o bloquean el dolor, sobre todo ante el avance de enfermedades crónicas como la fibromialgia y el cáncer, entre otras.

Un dolor — dondequiera que se origine — recorre la parte posterior de la médula espinal antes de llegar al cerebro, donde se registra el lugar específico y la intensidad. El alivio se produce cuando se segregan las endorfinas en el cerebro. Las endorfinas son las hormonas que se encargan de “adormecer” los receptores del dolor.

¿A qué nos referimos cuando decimos analgésicos?

Etimológicamente, (o sea el origen de la palabra), el prefijo griego “a/an” indica negación o carencia, mientras “algos” significa dolor. “Sin dolor” es lo que quiere decir analgésico. Es oportuno recordar que los analgésicos no curan. Su función es la de bloquear la acción de nuestros receptores del dolor. Engañan al dolor. Es lo que hacen el ácido acetilsalicílico (la aspirina), el ibuprofeno (el Advil, Motrin, etc.) y el acetaminofén o paracetamol (el Tylenol).

El analgésico por excelencia y el más antiguo es el ácido acetilsalicílico — o la aspirina — que fue descubierto en 1897 por el laboratorio Bayer. En 1955, el paracetamol o acetaminofén —Tylenol — salió a la venta en Estados Unidos. Por su parte, el ibuprofeno fue descubierto en 1960, y pertenece a los antiinflamatorios no esteroideos. Según Michael Rabovsky, presidente de Medicina Familiar de la Clínica de Cleveland, Ohio, declaró que los tres analgésicos reducen la fiebre y alivian el dolor, pero por las propiedades antiinflamatorias del ibuprofeno, se recomienda para las lesiones deportivas y musculares. En todo caso, para evitar su impacto en el aparato gastrointestinal (específicamente el estómago), idealmente todos los analgésicos deben tomarse con un vaso de agua y de preferencia después de comer.

En esta ocasión vamos a recordar las diferencias entre el acetaminofén o paracetamol y el ibuprofeno para que puedas decidir con mayor información qué tomar la próxima vez que te duela la cabeza, ya que en dosis bajas y en si las tomas esporádicamente, ciertamente podrían parecer intercambiables. Pero no hay que confundirnos, no lo son.

El Paracetamol o Acetaminofén

Trabaja sobre el sistema nervioso central y bloquea la percepción del dolor en el cerebro, de acuerdo con Norman Tomaka, portavoz de la Asociación Americana de Farmacéuticos. Tarda alrededor de 45 minutos en hacer efecto, lo que puede provocar que las personas tomen dosis excesivas. Por desgracia, por metabolizarse en el hígado, las sobredosis causan daños hepáticos (en el hígado). Otra manera de excederse es cuando se toma de manera independiente y simultánea con otros medicamentos que también lo contienen, por ejemplo, los medicamentos contra los resfriados o la gripe. Es muy importante que leas las etiquetas de los medicamentos que tomas simultáneamente (al mismo tiempo) para asegurarte que no estás duplicando la dosis de alguna de las medicinas como el acetaminofén o acetaminofeno (o Tylenol). En un adulto nunca se debe de pasar de 3,000 mg de acetaminofén en 24 horas (independientemente de donde provenga).

Se recomienda el paracetamol o acetaminofén a quienes tienen antecedentes de problemas gastrointestinales, renales o úlceras debido a que el ibuprofeno se considera un factor de riesgo para estas enfermedades. Por eso es fundamental que consultes a tu médico si tus dolores de cabeza son recurrentes o si padeces otras enfermedades para que él o ella, basado en tu historia clínica, pueda sugerirte el mejor tratamiento.

En cuanto a esguinces (torceduras), por ejemplo del tobillo, el acetaminofén es igual de eficiente que el ibuprofeno para controlar el dolor.

Por otro lado, Kevin Campbell, cardiólogo de la Universidad de Carolina del Norte, recomienda que para quienes están tomando aspirina en dosis bajas por sus beneficios como anticoagulante — quienes son candidatos a tener enfermedades cardiovasculares­ — es mejor que tomen paracetamol para aliviar el dolor y no ibuprofeno porque puede interferir con la coagulación.

Un dato curioso: recientemente se publicó en la revista Psycological Science que el paracetamol o acetaminofén atenúa las reacciones emocionales tanto negativas como positivas. Ahora los investigadores piensan estudiar si el ibuprofeno tiene el mismo efecto.

El Ibuprofeno

Inhibe la producción de los químicos — prostaglandinas — en el torrente sanguíneo que causan el dolor y la inflamación. Proporciona mayor alivio y de manera más inmediata que el paracetamol. Es más eficaz para bajar la fiebre y los cólicos menstruales, los dolores de espalda y la osteoartritis, de acuerdo con un estudio publicado en el British Medical Journal; sin embargo no se recomienda en las mujeres embarazadas ni en los niños menores de seis meses.

El uso excesivo del ibuprofeno causa daños renales (del riñón), presión arterial alta y mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular o un ataque al corazón. También es importante que tengas precaución en no duplicar la dosis tomando ibuprofeno y naproxeno a la vez, ya que los dos pertenecen al mismo grupo y, mientras podrías no aumentar el beneficio contra el dolor, si podrías aumentar los efectos secundarios (como la irritación en el estómago) y los riesgos (como el daño renal, etc.). Y por cierto, si has tenido una úlcera o sangrado del estómago, no debes tomar ni aspirina ni ibuprofeno, ni ningún analgésico que pertenezca al grupo del ibuprofeno (como el naproxeno).

Desde luego que si tienes cualquier dolor que requiere que tomes analgésicos con frecuencia, independientemente de que sea acetaminofén, aspirina o ibuprofeno, debes consultar a un médico. Estas medicinas ayudan a controlar el síntoma pero es importante que un profesional establezca el diagnóstico y, si es posible, te ayude a tratar el problema de raíz. A veces, el tomar analgésicos para el dolor de cabeza pueden causar lo que se conoce como dolor de cabeza de rebote. Y, a veces, crees que estás ayudándote y podrías estar dañando tus riñones u otros órganos o retrasando el tratamiento de algo importante. El que los analgésicos no requieran receta no significa que no tienen algunos riesgos, especialmente si los tomas muy seguido o en cantidades elevadas.

 

Imagen © iStock / DKart

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