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  • Todos sabemos que una buena sopa de pollo al parecer tiene propiedades que ayudan a que nos sanemos más rápido de un resfriado o gripa. Aunque no se conoce totalmente si es así, lo que se ha podido demostrar es la capacidad de reducir la congestión nasal, además de sus capacidades antiinflamatorias y de brindar un golpe nutricional sin igual.
  • Los caldos, la base de las sopas, por su tiempo de cocción e ingredientes, son fácilmente digeridos. Además, hay un aporte de prácticamente todo el abanico de vitaminas y minerales. Si se le agregan unos fideos o cereales también hay una gran fuente de carbohidratos, altamente necesarios al estar enfermos.
  • El caldo es considerando un alimento funcional, porque no solo aporta desde el punto de vista nutricional, sino también tiene características que ayudan al bienestar corporal. Otros ejemplos son el ajo, antimicrobiano; el jengibre, antiinflamatorio; y los alimentos fermentados que aportan microorganismos beneficiosos y sus alimentos para que crezcan: pro y prebióticos respectivamente.

Cuando estamos enfermos, un plato de caldo caliente de pollo, verduras o carne puede darnos ese confort que estábamos buscando. El caldo, históricamente, ha sido un remedio transversal en diversas culturas contra el resfriado, especialmente para los latinos. Además, junto a otros alimentos, se le agrupa en las ‘comidas funcionales’, que son aquellas que ofrecen mucho más valor nutricional. En este artículo te hablaremos de ellos, especialmente del caldo, y veremos hasta qué punto realmente es cierto que nos podemos sanar más rápido gracias al milagro de la olla.

El corazón de la medicina culinaria: el caldo

Para hacer una sopa contundente, previamente se debe hacer un caldo: básicamente hervir por horas diversos ingredientes que varían según la región y el interés nutricional, pero que en su conjunto logran aportar prácticamente todos los nutrientes requeridos por nosotros. De esa manera, en momentos de enfermedad, como en el caso de un resfriado o problemas gastrointestinales, es importante tener alimentos que sean fácilmente digeribles, pero que estén cargados de ingredientes naturales:

  • Agua: La hidratación es clave en procesos como la fiebre, los vómitos, diarrea o incluso cuando tenemos muchas secreciones.
  • Proteínas y grasas: Incluso en un caldo de verduras, se eligen ciertos alimentos que de todas maneras aportarán las grasas y proteínas necesarias. Por otro lado, estas proteínas se conforman de aminoácidos, y en el caso de la sopa de pollo se ha visto que ayudan a desinflamar y contra la congestión: “El pollo es rico en ciertos aminoácidos que, por ejemplo, ayudan a liberar secreciones y si hay pimientos o ajo, el efecto aumenta”, apuntaba el Dr. Joe Schwarez, director de Ciencia y Sociedad de la Universidad de McGill, en Montreal en una entrevista.
  • Vitaminas y minerales: En conjunto, todas las verduras van a aportar un golpe nutricional que apoye al sistema inmune y la salud en general. El divulgador y vicerrector de la Universidad de Murcia, José Manuel López lo resume como “salvo que realmente tengas un problema médico, tira a la basura tus suplementos alimenticios y toma una buena sopa”. Además, unos fideos son una fuente de carbohidratos ideal para un estómago débil.
  • Proceso de cocido: Para realizar un correcto caldo es necesario que se cocine por muchas horas; “cocinando en agua por muchas horas los alimentos liberan todo lo que tienen para dar”, apunta el divulgador de comida Michael Polland. Eso significa que nuestro sistema digestivo tiene que hacer menos esfuerzo y los nutrientes son absorbidos más rápido, muy necesario al estar enfermos.
  • Caldo caliente: El vapor que sale de la sopa caliente ayuda a aliviar la congestión nasal. Eso puede contribuir aún más a la sensación de confort que trae el caldo por sus ingredientes. Además, por la consistencia y la temperatura, ayuda a que sea más fácil de tragar que otros alimentos.

Junto al caldo y la sopa hay otros alimentos llamados funcionales:

  • Ajo: Una marca identitaria de la cocina latinoamericana. Este bulbo, además de aportar sabor, tiene propiedades antimicrobianas que pueden dar un pequeño empujón mientras el cuerpo lucha contra los patógenos.
  • Jengibre: Es conocido que tiene propiedades antiinflamatorias y antioxidantes que pueden aliviar la garganta y reducir las náuseas. Agregarlo al té o en limonadas puede ser beneficioso.
  • Cítricos: Aunque tenemos muchas fuentes de vitamina C, en momentos de resfriado es posible que nos pueda ayudar para tener un shot de hidratación y vitaminas. Junto a miel y jengibre hace un gran acompañamiento de un té caliente para aliviar la garganta.
  • Alimentos fermentados: Es conocido que los pre y probióticos son importantes para el correcto funcionamiento del cuerpo, ahora que sabemos la unión entre el sistema digestivo y el nervioso a través de la microbiota intestinal. Algunos de ellos son el yogurt, los quesos, el chucrut y la kombucha.

Es importante también escuchar al cuerpo y elegir aquellos alimentos que pueden ser aceptados por tu sistema digestivo en ese momento. Es importante recordar que la hidratación es crucial en la salud y la enfermedad. SI tienes restricciones alimenticias o alguna condición médica es importante que consultes con tus profesionales de la salud antes de hacer cambios en tu dieta.

 

Por Carlos Diego Ibáñez
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