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  • Dormir mal tiene tanto efectos inmediatos como a largo plazo. Muchas veces problemas de salud como la como hipertensión, trastornos psicológicos y otras enfermedades están directamente ligadas con el sueño.
  • Tenemos tres relojes que controlan nuestra vida: el solar, el social y el biológico. Una desregulación de estos puede llevar a dormir poco o demasiado.
  • El insomnio es una pandemia más: un tercio de toda la población mundial lo sufre.
  • La apnea del sueño, que afecta principalmente a las personas obesas, tiene prácticamente los mismos efectos que si no se durmiera ya que las personas se despiertan decenas de veces cada noche, sin poder cumplir con los ciclos bien.
  • Un tercio de todas las personas de Estados Unidos reportan que duermen menos de 7 horas cada noche. Existen muchos desordenes del sueño que pueden tener efectos profundos en la salud de las personas a largo plazo. En el artículo anterior hablamos del efecto en nuestro cuerpo de dormir bien y hoy hablaremos de qué pasa cuando no podemos tener ese sueño reparador.

“Ya son 25 años de investigaciones que muestran los riesgos de desarollar enfermedades crónicas por tener, por mucho tiempo, pocas horas de sueño”, señala el experto en la ciencia del sueño, de la Universidad de Paría, Séverine Sabia. La tendencia en redes sociales: Beauty sleep (traducido como ‘embellecerse durmiendo’) resume esta idea de que dormir es el mejor secreto para estar bien, tanto externa como internamente. 

Sin ir más lejos, en 2010 se realizó una investigación donde las personas señalaban como más cansada y enferma la foto de alguien que no había dormido, en comparación con la misma persona pero en una foto en la que había dormido bien. 

Durmiendo nosotros:

  • Regeneramos las células, incluidas las de la piel, y producimos hormonas implicadas en el crecimiento y el metabolismo corporal. Esto reduce arrugas, elimina ojos inflamados y refuerza la estructura del cabello.
  • Actualizamos el sistema inmune y se reduce la inflamación general.
  • Se activa nuestro cerebro, apoyando los procesos de aprendizaje y memoria.

Lo que se interpone es el insomnio. El 40% de la población en México tiene este problema, que es la dificultad para quedarse dormido, mantener el sueño e incluso se despiertan de manera natural antes de tiempo. Quienes duermen menos de 7 horas tienen 3 veces más posibilidades de padecer síntomas moderados de depresión, en comparación con los que duermen entre 7 y 9 horas. 

Es cosa de relojes

Tal como lo comentamos en un artículo sobre el sueño en niños y el cambio de hora, tenemos tres relojes que organiza nuestra vida:

  • Reloj solar, principalmente, además de regular las horas de luz, regula la temperatura corporal de nuestro cuerpo.
  • Reloj social, que nos presiona o guía a los momentos que debemos estar más atentos y activos. La alarma y la agenda son nuestro marcador del reloj social.
  • Reloj biológico o circadiano, que se alinea con los anteriores y utiliza hormonas para decidir cuándo dormir o cuándo despertar. Lo sentimos muy fuerte al viajar a otro huso horario, con el cambio de hora o al cambiar el horario de trabajo.

Si dejamos a nuestro reloj biológico ‘libre’ notaremos que hay dos grupos de personas: ‘los nocturnos’ y ‘los madrugadores’. A eso se le llaman los ‘cronotipos’.  Ser nocturnos, con un trabajo temprano hace el patrón de sueño irregular. Pero ¿y si eres ‘madrugador’? Son muchos los factores que lo activan:

  • Estrés de nuestra vida, incluso una situación que vimos en la televisión o en redes sociales puede estresarnos; las guerras y conflictos son muy comunes. El estrés generalmente lleva a sensaciones de ansiedad, donde no podemos parar de pensar ni podemos dormir, lo que nos produce ansiedad y estrés.
  • “Higiene del sueño”. Puede ser que tengamos todo a nuestro favor para poder tener un sueño reparador, pero nuestras rutinas antes de dormir no le envían a nuestro cerebro, y reloj biológico, la señal de que es hora de dormir. Consumir cafeína, teína, mate o bebidas energéticas hasta 2 horas antes de dormir, la exposición a pantallas y televisión, entre otras cosas son algunos responsables. 
  • Los problemas para dormir de los hijos. Si los hijos tienen dificultades con el sueño, se duplica el nivel de estrés y se triplica la posibilidad que estos problemas también los tengan los padres.

Cuando tu cuerpo no te deja descansar

La apnea del sueño es muy común en Latinoamérica y Estados Unidos. Se estima que más de 170 millones de personas en la región lo padecen. Ocurre cuando la respiración de la persona se ve interrumpida por algunos segundos mientras está durmiendo por una contracción u obstrucción de las vías respiratorias. Normalmente, quien tiene apnea también ronca; lo que puede servir para reconocer las apneas.

Para volver a respirar, nuestro cerebro nos despierta levemente. Esto puede ocurrir decenas de veces en la noche, lo que trae consigo no poder seguir las fases del sueño de manera natural.

Se ha visto que muchas personas con apnea eventualmente presentan hipertensión, problemas cardio respiratorios y accidentes cerebrales. Por lo que, si reconoces que esto puede estar sucediendo contigo o con un ser querido, es importante que sea tratado médicamente.

  • La obesidad está directamente relacionada con la apnea del sueño. Principalmente, porque aumenta el tamaño del cuello por la acumulación de grasa, lo que presiona a la tráquea al estar acostados y porque la obesidad genera un estado de inflamación leve. 
  • La edad, por encima de los 50 años, aumenta la posibilidad de padecerlo.
  • Fumar, tener congestión nasal u otro problema respiratorio también influye en el riesgo de desarrollar este trastorno.

Realizar ejercicio para mantener una baja acumulación de grasas, así como dejar de fumar hacen una gran diferencia. También se utilizan aparatos toda la noche que constantemente tienen un flujo de aire, que se pone como una mascarilla en la nariz y boca. Los nuevos aparatos reducen el ruido que genera. Sirven también para los ronquidos.

Darle importancia a tu salud, significa preocuparte por dormir. En el mundo que nos encontramos muchas veces es complicado hacernos un espacio para todo. Pero dale más tiempo al sueño, a largo plazo hará una diferencia. Con un buen dormir podemos ayudar a mantener el estrés y la ansiedad a raya, además de que nuestra concentración, salud y energía aumentan.

Por Carlos Diego Ibáñez
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