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Una de las preguntas más frecuentes que surgen cuando tienes un bebé es cómo protegerlo del sol. Su delicada piel merece un cuidado especial, así que es probable que pienses que lo mejor es aplicarle un protector solar para evitar las quemaduras de los rayos ultravioleta o UV. Sin embargo, es importante que tengas la información correcta y completa: El protector solar no es adecuado para los bebés de cierta edad. Aquí te explico por qué.

Liliana vive en una ciudad junto al mar y hace cuatro meses que tuvo una linda bebita. A Liliana le encantan la playa y el sol, y aunque quiere llevar a su bebé a disfrutar con ella, tiene una duda muy común entre las madres, especialmente las primerizas: ¿Cómo debe proteger y cuidar la piel de su bebé del sol?

Aunque pueda parecer que la respuesta obvia sea “aplicándole protector solar”, no creas que es la adecuada.  La verdad es que la piel de los bebés es muy delgada y delicada, por lo cual absorbe rápidamente los químicos presentes en los protectores y en los bloqueadores solares. Esto incrementa los riesgos de una reacción alérgica y de inflamación.

Los pediatras de la Administración Federal de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, aconsejan que lo mejor es evitar que los bebés menores de 6 meses se expongan al sol. Especialmente, al igual que con los adultos, entre las 10 am y las 2 pm, cuando los rayos ultravioleta son más intensos y dañinos.

Entonces, ¿qué debes hacer? La mejor protección para la piel de tu bebé es que lo dejes en la sombra. Si no es posible que encuentres sombra en el lugar donde te encuentras, puedes crearla con una carpa o parasol. Incluso puedes usar el parasol del coche o de la carriola.

Es recomendable además que vistas a tu bebé con pantalones sueltos y camisetas de manga larga, además de un sombrero (no gorras, ya que éstas no ofrecen la misma protección para el cuello) para resguardar su cabecita y su cuello del sol.  Usa colores claros (reflejan la luz y no la absorben) y algodón para mantener al calor alejado de tu bebé. Recuerda que los pequeños todavía no han desarrollado bien el “termostato” de su cuerpo, por lo cual no sudan de la misma manera que los adultos para refrescar a su cuerpo y esto puede hacer que se acaloren demasiado.

No olvides mantener a tu bebé hidratado(a) cuando estés afuera, aunque sea en la sombra. El sol hace que se deshidraten rápidamente así que amamántalos con frecuencia o dales su leche de fórmula para mantener la hidratación. La leche materna contiene el agua que tu bebé necesita y la leche de fórmula también se prepara a base de agua. Sin embargo, darle un poco de agua cuando estás en el sol, no está de más.

Si acaso no hay sombra disponible, puedes aplicarle una pequeña cantidad de bloqueador con factor de protección de mínimo 15. No le apliques protector solar con DEET (repelente de insectos), pues no es recomendable para los niños muy pequeños Ponle ropa clara que lo cubra, hidrátalo, y mantente alerta a las señales de quemadura o deshidratación: irritabilidad, enrojecimiento y llanto excesivo.

Si llegaras a notar estos signos retira inmediatamente a tu bebé del sol y aplícale compresas frías en la zona afectada. No dejes de hidratarlo, una buena medida es fijarte cuánto ha orinado. Si es menos de lo normal, continúa amamantándolo, dándole su leche y agua. De cualquier manera, si te preocupas o te alarmas, debes consultar a tu médico para evitar cualquier complicación debido a quemaduras o deshidratación.

Por eso, la exposición al rayo del sol no es saludable para los bebés, en especial para los recién nacidos, también evita exponer a tu pequeñito(a) a las altas temperaturas del verano. Busca la sombra o sal antes de las 10 AM y cuando ya va a caer el sol. Recuerda que su piel es delicada y necesita un cuidado muy especial. Si tienes dudas respecto a cómo proteger la piel de tu bebé consulta con tu pediatra.

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Imagen: ©Shutterstock / YanLev

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