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  • El consumo excesivo de edulcorantes artificiales también incide en la obesidad, ya que suprimen la sensación de saciedad y por tanto son contraproducentes para las personas que buscan bajar de peso.
  • También se ha demostrado que el consumo de estos edulcorantes artificiales puede aumentar entre un 18 y un 24 % el riesgo de sufrir diabetes tipo 2.
  • Hacen falta todavía muchos más estudios acerca del impacto de los edulcorantes artificiales, pero los expertos empiezan a recomendar moderar su uso ante la evidencias de los problemas de salud que pueden generar

El azúcar se ha convertido en uno de los principales enemigos de la salud. Es de sobras conocida su relación con la obesidad y el desarrollo de enfermedades como la diabetes, la enfermedad de hígado graso no alcohólico o las caries dentales, además de aumentar los problemas cardiovasculares, favorecer el envejecimiento prematuro o incluso aumentar el riesgo de ciertos trastornos mentales como la depresión. Por ese motivo, se han desarrollado recientemente muchos edulcorantes artificiales con el objetivo de mantener el sabor dulce de nuestras comidas y bebidas y evitar todos los riesgos derivados del consumo de azúcar excesivo.

Sin embargo, esta idea de que los edulcorantes artificiales son inocuos para nuestra salud empieza a ponerse cada vez más en tela de juicio y ya hay diversos estudios que demuestran que su consumo también implica riesgos. Una revisión de las principales evidencias científicas, que ha sido publicado en la revista Current Opinion in Cardiology, sobre estos edulcorantes muestra que lejos de incidir positivamente, tienen efectos negativos para el sistema cardiovascular.

Concretamente, se trata de un trabajo que recopila las evidencias más recientes y que analiza cómo el consumo de edulcorantes artificiales incide sobre el desarrollo de obesidad, factores de riesgo cardiometabólicos como la hipertensión, la alteración en los niveles de grasa en sangre y la diabetes mellitus, e incluso en el desarrollo de eventos cardiovasculares. 

Los edulcorantes artificiales también producen obesidad

Inicialmente, el consumo de edulcorantes artificiales se presentaba como una alternativa para la reducción del aporte calórico en la dieta, por lo que se había establecido como una opción ideal especialmente interesante en personas con sobrepeso y obesidad, tal y como apuntan los autores de esta revisión. 

La premisa subyacente era que estos edulcorantes podrían ayudar a estas personas a satisfacer sus antojos de dulces, sin la carga adicional de calorías que normalmente vienen con los azúcares naturales. Por lo tanto, parecía que los edulcorantes artificiales ofrecían una solución tentadora y práctica para quienes luchaban por mantener o reducir su peso.

No obstante, el informe describe que el consumo de edulcorantes artificiales en realidad podría desencadenar un aumento de peso. Este efecto sorprendente parece provenir de varias reacciones a nivel neuroendocrino relacionadas con la sensación de saciedad, que se activan de manera anómala después de la ingestión de estos edulcorantes. En otras palabras, en lugar de ayudar a las personas a sentirse llenas y satisfechas, los edulcorantes artificiales podrían estar causando el efecto contrario.

Como resultado de estos hallazgos, los autores del estudio descartan la idea de que los edulcorantes artificiales puedan ser útiles para el control del peso. De hecho, argumentan que no pueden ser considerados como una alternativa a estrategias nutricionales más saludables.

Así, los autores destacan medidas más efectivas y saludables para el control del peso, como: 

  • El consumo de alimentos de origen vegetal. 
  • La disminución de la ingesta de alimentos procesados.
  • La incorporación de la actividad física regular en la rutina diaria. 

Estas alternativas, sostienen, son mucho más eficaces y beneficiosas para la salud en general que el simple recurso a los edulcorantes artificiales.

También afectan a nuestro metabolismo

El uso de edulcorantes artificiales también provoca perturbaciones significativas en el sistema endocrino, que es el conjunto de glándulas que regulan las funciones metabólicas del cuerpo. Esto conduce a un funcionamiento anormal de nuestro metabolismo, que es el proceso por el cual nuestro cuerpo convierte los alimentos que consumimos en energía.

En particular, esta revisión señala que el uso de edulcorantes artificiales puede aumentar el riesgo de desarrollar diabetes mellitus tipo 2, una enfermedad crónica que afecta la forma en que el cuerpo metaboliza el azúcar, entre un 18% a 24%. Aún más alarmante es que también puede aumentar hasta un 44% el riesgo de desarrollar el síndrome metabólico, que es un conjunto de condiciones que aumentan el riesgo de enfermedades del corazón, accidentes cerebrovasculares y diabetes tipo 2.

Además, alteran la microbiota intestinal, que es el conjunto de microorganismos que viven en nuestro intestino y juegan un papel vital en nuestra salud. También promueven un aumento en la secreción de insulina, que es la hormona que regula los niveles de azúcar en sangre. Juntos, estos efectos crean un entorno propicio para el desarrollo de la diabetes.

“Existen pruebas suficientes que nos permiten establecer que el consumo de edulcorantes artificiales interfiere de forma negativa en nuestro metabolismo, en especial en el metabolismo de la glucosa, aumentando el riesgo de desarrollar diabetes mellitus tipo 2”, tal y como indica el Dr. Francisco Gómez Delgado, especialista en Medicina Interna en el Hospital Universitario de Jaén en España, miembro de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y principal autor de este trabajo. 

“Necesitamos evidencias más sólidas para tomar un posicionamiento claro sobre el consumo de este tipo de edulcorantes y su efecto perjudicial para la salud. Mientras tanto, lo ideal sería limitar su consumo o incluso evitar añadir edulcorantes artificiales al café o las infusiones”, indica el Dr. Pablo Pérez Martínez, especialista en Medicina Interna del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba en España, miembro de la SEMI y otro de los autores de esta revisión.

 

Por Miguel Ramudo
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