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Roncar no es sólo cuestión de los adultos, así que no te sorprendas si tu hijo lo hace. Puede deberse a una causa transitoria, como una infección de las vías respiratorias, un resfriado o alergias. Sin embargo, si ronca de forma habitual, debes visitar al pediatra para saber exactamente la causa. Podría tratarse de un trastorno del sueño como la apnea del sueño, que puede afectar su bienestar y desarrollo.

¿Has escuchado a tu hijo roncar? No lo tomes a la ligera y dale la importancia que merece. Para que tu hijo se desarrolle fuerte y sano necesita dormir lo suficiente y disfrutar un sueño de calidad. Y los ronquidos no conducen precisamente a eso.  ¿Cuánto debes preocuparte? Depende.  Según datos proporcionados por el UCLA Sleep Disorder Center (Centro para los Trastornos del Sueño de la Universidad de California en Los Ángeles), calcula que alrededor de un 20% de los niños normales y saludables roncan de cuando en cuando. Otro 7 a 10% ronca rutinariamente cada noche, aunque esto no siempre significa un problema de salud. Sin embargo, 2% de la población infantil se ve afectado por ronquidos de tipo severo y estos sí podrían ser síntoma de un trastorno del sueño que causan consecuencias en la salud.

¡El ronquido es un aviso!

Tu hijo puede roncar si se le dificulta respirar mientras duerme debido a un catarro o resfriado, a una infección de las vías respiratorias superiores (sinusitis), o una alergia (rinitis alérgica).  Pero si el ronquido se prolonga y tu hijo ronca todas las noches, conviene que se lo informes al pediatra. Lo importante es descartar que se trate de la apnea del sueño, una condición en la que las vías respiratorias se estrechan o bloquean durante el sueño. Esto hace que la respiración sea muy superficial o se interrumpa (se corte) de cuando en cuando. Las pausas o cortes pueden durar unos segundos o minutos. A menudo suceden entre 30 veces o más por hora. La respiración vuelve a la normalidad con un ronquido fuerte o con un sonido parecido al que una persona hace cuando se atraganta.

Aunque no escuches los ronquidos, la actitud de tu hijo puede darte pistas de que no está durmiendo o descansando lo suficiente. Si no duerme bien:

  • Se sentirá con sueño durante el día
  • Tendrá dificultad para concentrarse en ciertas actividades, como la tarea escolar
  • Se mostrará irritable y hasta deprimido

Si no se toman medidas a tiempo, y el problema de sueño continúa, las consecuencias pueden ser las siguientes:

Para detectar la causa del problema, el pediatra podría sugerir que se someta a un estudio del sueño. Uno de los más comunes es la polisomnografía, que se usa tanto para los niños como para los adultos. Este estudio se realiza en un hospital o centro especializado en trastornos del sueño y el paciente debe quedarse a dormir allí toda una noche para poder medir, a través de sensores, sus niveles de oxígeno, respiración y actividad cerebral mientras duerme.

Si los resultados indican que, efectivamente, se trata de apnea del sueño, el pediatra podría sugerir distintas opciones de tratamiento, como cirugía para extirpar las amígdalas o las adenoides, si éstas se inflaman, ya que esta es una de las causas más comunes de la apnea del sueño en los niños. Si el niño no puede someterse a cirugía o si no experimenta alivio después de la misma, otra posible solución es recomendar el uso de un dispositivo  de presión de aire continua, una especie de máscara que se coloca sobre la nariz y que produce una corriente estable de aire que mantiene abiertas las vías respiratorias y permite que el niño duerma sin interrupciones.  A veces, bastan ciertos cambios en el estilo de vida, como perder peso.  Llegar al peso ideal también puede ayudar a aliviar los problemas del sueño, al reducirse los depósitos de grasa alrededor del cuello.

Consulta con el pediatra si tu hijo ronca para ver si es necesario que se le haga una prueba para descartar apnea del sueño. Si la tiene, para que te indique cuál es el mejor tratamiento para tu hijo (a veces es una combinación de ambas). Lo importante es que no te quedes cruzado(a) de brazos. Tu hijo necesita dormir bien para crecer saludablemente, tanto física como emocionalmente, y para poder tener un desempeño exitoso en la escuela ahora y en la vida en el futuro. Tu función como padre/madre, entre otras cosas, es ayudarlo a dormir más y mejor para que lo logre.

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Imagen: ©Shutterstock / Dragana Gordic

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