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Una de las grandes preocupaciones de los padres de adolescentes es que sus hijos puedan caer en las drogas. Cuando sospechamos o descubrimos que nuestro hijo puede estar consumiendo alguna de estas sustancias es común que nos invadan todos los miedos y que no sepamos cómo reaccionar para procurar revertir o evitar este problema.

Se estima que unas 275 millones de personas en todo el mundo utilizaron drogas durante el último año, mientras que más de 36 millones de ellas sufrieron trastornos causados o agrabados por el consumo de estas sustancias, según datos del Informe Mundial sobre las Drogas 2021, publicado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés).

Este informe detalla que en algunas partes del mundo el consumo de cannabis o marihuana se ha cuadruplicado en los últimos 24 años. Paradójicamente, el porcentaje de adolescentes que perciben esta droga como nociva o peligrosa se redujo hasta en un 40% a pesar de las pruebas de que su consumo se asocia a una serie de daños para la salud y otros efectos, especialmente entre consumidores habituales.

Además, la pandemia no ha favorecido para nada la situación, ya que la mayoría de los países reportaron un incremento del consumo de cannabis en los últimos dos años. En las encuestas realizadas a personal de salud de 77 países, un 42% afirmó que el consumo de marihuana era más elevado que antes del 2020.

En un comunicado emitido por esta organización internacional, la directora ejecutiva de UNODC, Ghada Waly, señala que “una menor percepción de los riesgos del uso de drogas se ha relacionado con mayores tasas de consumo”.

Baja la edad de inicio 

Según las últimas estimaciones globales, alrededor del 5,5% de la población de entre 15 y 64 años ha consumido drogas al menos una vez durante el último año; mientras que 36,3 millones de personas, es decir, el 13% del total de quienes utilizan drogas, sufren trastornos por su consumo.

Pero uno de los datos más preocupantes es el descenso en la edad media de inicio del consumo que en algunos países se sitúa en torno a los 14 años, según indica a Vida y Salud Rafael Maldonado, catedrático de Farmacología y director del grupo de Neurofarmacología de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona y uno de los expertos más reconocidos del mundo en este campo de la investigación.

Maldonado recuerda que el cannabis es una planta que tiene más de un centenar de compuestos activos y otros tantos que modulan la acción de estas sustancias. La mayoría de los estudios científicos que se han realizado hasta la fecha aportan evidencia sobre el uso de dos: el delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) y cannabidiol (CBD) y en algunos se ha podido comprobar que los la relación entre riesgo y beneficio es favorable para tratar a colectivos muy concretos de pacientes.

Sin embargo, la información sobre estos potenciales usos del THC o el CBD como medicamentos se han malinterpretado o tergiversado y muchos jóvenes -y no tan jóvenes- lo usan como argumento para defender la falacia de que “la marihuana no es peligrosa” o que incluso es “buena para la salud”.

La realidad es que aproximadamente 3 de cada 10 personas que consumen marihuana tienen trastorno por consumo de esta sustancia, según los resultados de un estudio dirigido por la Dra. Bridget F. Grant, del Laboratorio de Epidemiología y Biometría del Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo (NIAAA), organismo de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de los Estados Unidos, publicado en la prestigiosa revista científica JAMA Psychiatry.

Y, una de las cosas más preocupantes es que las personas que comienzan a consumir marihuana antes de los 18 años, el riesgo de presentar trastorno por consumo de marihuana es aún mayor, según sugieren los datos de otro estudio liderado por Carlos Blanco, investigador del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Según información publicada por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) el consumo de marihuana afecta el cerebro directamente, específicamente las partes del cerebro responsables de la memoria, el aprendizaje, la atención, la toma de decisiones, la coordinación, la emoción y el tiempo de reacción. Los niños y adolescentes, cuyo cerebro aún está en proceso de desarrollo, son particularmente susceptibles a los efectos adversos de la marihuana.

Los principales efectos negativos del consumo del cannabis son:

  • Trastornos en la memoria
  • Deterioro cognitivo
  • Desinhibición: esto lleva a comportamientos de riesgo como la conducción de un vehículo bajo los efectos de esta sustancia o una relación sexual no deseada o no consentida.
  • Brotes psicóticos

El mejor consejo: mucha comunicación

Para Rafael Maldonado la clave para abordar el problema del consumo de cannabis por parte de los adolescentes se basa en la comunicación y el diálogo abierto. “Es fundamental escuchar al adolescente y que el adulto pueda dar sus argumentos de forma tranquila”, refiere este experto.

Para intentar revertir el problema, lo más importante es intentar comprender la problemática y la motivación que tiene el adolescente para consumir cannabis. “Hay que intentar, en la medida de lo posible, ser comprensivos y detectar cuáles son las necesidades del adolescente para poder ofrecerle alternativas que le motiven, como actividades deportivas, culturales o sociales”.

Además, es muy importante intentar ofrecer información contrastada, explicada de forma clara, al jóven. Según Maldonado, hay dos tópicos muy extendidos que hay que intentar romper:

  • “El cannabis cura” o “es bueno para la salud”: Es fundamental diferenciar que algunos compuestos que se encuentran en el cannabis, como el THC o el CBD se pueden usar como medicamentos para determinadas enfermedades en casos concretos. Esto no significa que no haya riesgos, pero en casos muy graves de epilepsia o dolor neuropático crónico, por ejemplo, el beneficio que ofrece se considera que supera al riesgo.
  • “El cannabis es natural”: Es una obviedad que se trata de una planta y es natural. Pero eso no quiere decir que no pueda causar efectos negativos o tenga riesgos. Algunos de los venenos más letales, como el veneno de una serpiente o la cicuta, también son naturales y a nadie en su sano juicio se le ocurriría consumirlos sólo porque son “naturales”.

Este experto recuerda que, en realidad, hay muchas drogas o productos derivados que tienen efectos terapéuticos y algunas de ellas incluso se usan en medicina de forma controlada. Por ejemplo:

  • Nicotina: estimula la capacidad cognitiva
  • Cocaína: tiene propiedades de anestésico local de gran eficacia
  • Heroína: un analgésico de gran poder
  • Esquetamina: se usa en casos muy concretos para tratar la depresión resistente
  • Opioides: se usan desde hace años en el tratamiento el dolor
  • Psicodélicos: se investiga su uso para tratar determinados trastornos mentales

Sin embargo, remarca Maldonado, “eso no quiere decir que estas drogas son “buenas” o que no son “peligrosas”. Incluso fármacos de uso cotidiano como el paracetamol o el ibuprofeno tienen efectos adversos y a nadie se le ocurriría usarlos con fines recreativos”.

Además, es importante recordar que el uso de estas sustancias como medicamentos es muy diferente tanto en dosis, como en frecuencia, o forma de consumirlo, por lo que no se puede equiparar, “no tiene absolutamente nada que ver una cosa con la otra”, concluye este experto.

 

Por Karla Islas Pieck
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Imagen: ©istock / Tunatura

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