Ya es diciembre e incluso a quienes no son unos grandes entusiastas de la Navidad se les hace agua la boca con el pensamiento de esos ricos platillos típicos. Hay muchos mitos relacionados con el banquete navideño y el de Año Nuevo. Vida y Salud conversó con la Licenciada en Nutrición Maite Bahamondes para que nos dé algunas claves que nos permitan disfrutar al máximo estas fiestas familiares sin dejar de cuidarnos.
En la mayoría de los países de América, diciembre se encuentra en el inicio del Verano. Por otro lado, Centroamérica mantiene un clima más bien caluroso, dejando solo algunos países de este continente con frío invernal. Por lo tanto, eso puede hacer una gran diferencia en la forma en la que las personas se reúnen y disfrutan. Por ejemplo, en Argentina, se estila realizar un asado o parrillada al aire libre; Uruguay no se queda atrás buscando refrescar la noche con ensaladas de fruta y helado para el postre. En otros países usualmente se consume el típico pavo navideño o bien cerdo u otra carne al horno.
Existe el mito que la gente engorda mucho por ‘culpa’ de las comidas de navidad y año nuevo. ¿Es tan así?
Tenemos que dejar algunas cosas claras. La gente usualmente en estas fechas se sale de su rutina diaria normal. Comen mucho en un periodo corto de tiempo. Usualmente el mayor efecto ocurre, no porque engorden, sino más bien porque les cae mal la comida. Sólo aquellas personas que tienen una rutina de alimentación como si fuera navidad todo el año, realmente engordarán.
¿Entonces la gente no engorda?
Sí y no. Efectivamente si comemos mucho y de diversas cosas podemos tener un pequeño aumento en la acumulación de grasa. Pero si solo fue una salida de rutina, ósea, si después vuelven a su estilo de alimentación normal, eventualmente vuelven a su peso normal. Puede que demoren, pero no hay razón para que no vuelvan a la normalidad.
Entiendo…
Además, estos últimos años han sido muy extremos para todos y salir de la rutina, juntarnos con la familia en torno a la comida hace muy bien para la mente, el alma y el cuerpo.
Hace unos días conmemoramos la lucha contra los trastornos alimentarios. ¿Cómo les afecta a las personas que están en tratamiento? ¿Hay algo que la familia debe tener en consideración?
Sí. Debemos recordar que los Trastornos de la Conducta Alimenticia (TCA) no son un capricho, o simplemente una moda pasajera. Estamos frente a personas que deben ser tratadas de forma multidisciplinaria. Apoyar desde ese ámbito es clave. Debemos permitir que sigan sus procesos.
Lo más recomendable es conversar con el psicólogo que está tratando a la persona. Porque insisto, muchas veces los pacientes no quieren que se sepa de su condición. Por lo tanto, ser flexibles con que no se sienten en la mesa o coman en otro momento puede contribuir a mejorar su bienestar y evitar tener una repulsión a la fecha.
Y en general, ¿Qué recomendaciones podemos darles a las personas para que puedan disfrutar de las fiestas, sin esas típicas “culpas”?
Insisto en que no se debe sentir culpa, si otra persona come más o menos no debe importarnos. Es clave no presionar a nadie en las cenas navideñas y de año nuevo.
Otra cosa importante es que, si tienes una relación negativa con la comida, debes ir a visitar a un nutricionista. No siempre debemos ir para una “dieta” (comenta que no cree en el concepto de dieta), el nutricionista nos puede ayudar a entender nuestro cuerpo en relación a la comida.
Otras cosas son:
Entonces… ¿Cómo podemos hacer unas fiestas más saludables?
Yo cambiaría la palabra saludable por nutritivo. El enfoque debe estar allí, no nos podemos encasillar en la idea de saludable porque la gente lo asocia con comer un pavo a la plancha con ensalada de lechuga. Debemos cambiar nuestro concepto, la idea es elegir mejor los alimentos para que tenga los nutrientes necesarios. Algunas comidas nos aportan nutrientes de mejor calidad que otros.
Y lo más importante, no obsesionarnos. Debemos cuidar nuestra alimentación porque es uno de los hábitos que más inciden en nuestro estado general y en el riesgo de desarrollar muchas enfermedades, pero es importante también saber hacer excepciones y volver a nuestra rutina saludable sin culpas.
Por Carlos Diego Ibáñez
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