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  • La pérdida del olfato (anosmia) se ha posicionado como un síntoma característico de la infección por SARS-COV-II, además se mantiene crónico en pacientes luego de dos años de haberse sanado de COVID. Aún no se entiende del todo cuál es la causa de la anosmia.
  • La anosmia, o pérdida del olfato, no se ha podido explicar de manera concluyente. Se manejan diversas hipótesis que van desde un bloqueo del virus en las estructuras olfatorias de la nariz, inflamación crónica o afectación de las neuronas que transmiten la señal al cerebro.
  • La pérdida del olfato, o anosmia, se ha asociado con el COVID, pero hay otras enfermedades que también lo tienen como un síntoma. Además del resfrío, alergia o alguna otra enfermedad obstructiva de la nariz, los golpes en la cabeza y algunas enfermedades neurodegenerativas pueden tener como primer signo de alerta el fallo del sentido olfativo.

Además de los síntomas respiratorios comunes a otras infecciones virales, el COVID-19 presenta un efecto en la capacidad de sentir olores; algo que, salvo por la congestión, no se observa mucho en otras enfermedades. La anosmia, como también se le conoce, puede mantenerse por meses o incluso años después de sanar de la enfermedad. Eso sí, hay muchas otras causas para perder el olfato, por lo que, en este artículo, además de entender las causas, te contaremos en que otras enfermedades se presenta.

Sin el olfato las cosas se complican

El olfato puede perderse de manera parcial o completa, lo que puede dificultar en muchos casos a los pacientes saber hasta que punto pueden estar teniendo anosmia, como es conocida. El sentido del gusto está muy relacionado con el olfato en lo biológico y como nos relacionamos con el mundo externo. Generalmente el olfato será nuestro punto previo para saborear. Por eso, el olor nos dirá los componentes de los alimentos y si hay algún peligro de intoxicación. Además, nos pueden posicionar mentalmente en otros momentos de nuestra vida:

El olfato parte con la activación, es decir, captamos con receptores específicos posicionados en la parte más interna de la cavidad nasal las partículas que están flotando en el aire. Eso genera activación de unas neuronas que llevan esta señal al cerebro, donde se distribuirá para que no solo sintamos el olor, pero también para vivirlo desde diversas áreas de nuestro pensamiento”, comenta la Dra. Stéphanie Mathis del departamento de Neurología, en el Hospital Universitario de Bordeaux, Francia.

Es decir, una anosmia, o pérdida de la capacidad de oler, nos deja en una situación muy compleja en lo biológico y lo psicológico.

Más que solo la nariz tapada

Aunque es común que al resfriarnos, tener alergia o sinusitis se nos tape la nariz, produciendo una anosmia, pero esta se resuelve en cosa de días. Ese no es el caso de otras enfermedades, que nos puede tomar por sorpresa la pérdida del olfato y muchas veces debe ser causa de preocupación:

  • Golpes o daños en la cabeza: Al golpearnos en la cabeza o tener un tumor puede que se dañen zonas encargadas del procesamiento del olfato. Incluso, es posible que pase si nos golpeamos en la nariz, afectando a la zona de los receptores. Si bien la anosmia puede ser temporal o persistente, es necesario que se visite a un profesional de la salud cuanto antes a la presencia de este síntoma.
  • Desordenes neurológicos: La pérdida del olfato puede ser uno de los primeros signos  en enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson. De acuerdo a las hipótesis actuales, se debe al cambio en las estructuras cerebrales que se dan en este tipo patologías. Entender la causa puede permitir avanzar en los tratamientos del futuro.
  • Medicamentos: El uso de fármacos como aquellos que ayudan en la descongestión, los que se aplican por vía intranasal, entre otros, pueden tener como efecto adverso la pérdida parcial o completa (por un tiempo o permanentemente) del olfato. Por ello es importante siempre usar medicamentos que han sido prescritos y conversados con su profesional de la salud, evitando así la automedicación.

El COVID y la anosmia

La pérdida olfativa afectaba a 5 de cada 10 pacientes infectados durante la pandemia de COVID, transformándolo en un síntoma característico. Aún hoy continúa preocupando, principalmente al alto número de personas que continúan con anosmia luego de 2 años de haberse curado.

Esta disfunción olfatoria post-viral como se le ha llamado, es un relativo misterio. Algunas explicaciones a las causas son:

  • Se sabe que la mucosa olfatoria (zona húmeda de la nariz) es el punto de entrada del virus SARS-COV-II, lo que puede significar que estos virus se mantengan allí, como el herpes zoster, puede que produzca un bloqueo de la llegada de partículas a los receptores.
  • En esa misma línea, algunos autores proponen que se puede generar una inflamación crónica de las estructuras cercanas de los receptores olfatorios. O que simplemente algunos receptores se destruyen durante la infección.
  • Otros investigadores han reconocido que diversas neuronas pueden verse afectadas o bloqueadas posterior al COVID; impidiendo que la señal olfativa pueda llegar al cerebro.

En síntesis, es posible que por el proceso de anosmia podamos entender aún más como los patógenos pueden tener efectos a corto y largo plazo en nosotros. De la misma manera que el virus del papiloma humano, es capaz, a largo plazo, de producir cáncer cervicouterino.

Por Carlos Diego Ibáñez
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