“Diagnosticar la enfermedad por reflujo gastroesofágico es muy complejo, principalmente porque a solo la mitad de los pacientes con acidez les detectamos reflujo o regurgitación al examinarlos. Además, estos síntomas pueden deberse a otras complicaciones”, explica el Dr. Ronnie Fass, experto en gastroenterología de la Universidad de la Reserva Este, en Cleveland. En algunos casos los pacientes pueden precipitarse en el autodiagnóstico, lo que puede llevar al consumo inapropiado de ciertos medicamentos que supuestamente ‘protegerían’ o ‘recubrirían’ el estómago, pero que eventualmente podrían agravar la situación o resultar ineficaces. En esta segunda entrega, exploraremos métodos de diagnóstico y diversas opciones de tratamiento, desmintiendo algunos conceptos erróneos en el camino.
El desafío del diagnóstico
El Dr. Ronnie Fass sugiere que es factible reducir los síntomas mencionados en el artículo anterior, como reflujo, acidez, tos crónica y dolor en el pecho, con la enfermedad de reflujo gastroesofágico (ERGE o GERD, por sus siglas en inglés) al utilizar terapias que inhiben la producción de jugo gástrico. Sin embargo, en muchos casos, el uso de estos medicamentos previos a la consulta médica puede llevar a necesitad de realizar otros exámenes:
Estrategia de tratamiento
Aunque el Peptobismol, antiácidos efervescentes, o fármacos como él (es)omeprazol, lansoprasol y famotidina puedan parecer opciones para tratar el reflujo o la acidez, en general no producirán resultados reales y duraderos debido a “la temporalidad del uso, la gravedad de los síntomas y la falta de tratamientos a las causas de fondo”, señala el Dr. Ronnie. Es por esto, que además de un tratamiento farmacológico adaptado a cada paciente, es necesario realizar cambios en los estilos de vida.
En cuanto a los tratamientos farmacológicos, es fundamental comprender que la mayoría, exceptuando los antiácidos, buscan reducir o frenar la producción de jugo gástrico, por lo que deben tomarse antes de las comidas, no después. Además, es importante destacar que no existen medicamentos, en estos tratamientos, que ‘protejan el estómago’. Además, la gastritis (inflamación estomacal) no es un síntoma del reflujo y el estómago no necesita protección del reflujo. En su lugar, se busca prevenir el ascenso del ácido al esófago y su consecuente daño.
“Los inhibidores de la bomba de protones no son protectores estomacales o de ninguna estructura; simplemente alteran la acidez de los eventos de reflujo. Por esa razón se deben tomar 45 minutos antes de las comidas, preferentemente en las mañanas”, señala el Dr. Ronnie Fass.
Además, el uso crónico de estos medicamentos además de generar resistencia por parte del estómago, desencadenando una mayor producción de jugo gástrico, también se han relacionado con SIBO, infecciones de Clostridium difficile, entre otras complicaciones. Por eso es clave trabajar junto a un especialista de la salud todos sus inquietudes gastroesofágicas.
Por Carlos Diego Ibáñez
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