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Aunque tu trabajo te guste y te haga sentir útil, realizada(o) e independiente, puede a veces darte unos cuantos dolores de cabeza (informes que entregar, fechas y metas que cumplir — la lista es larga). Imagínate entonces las presiones a la que está sometida una persona que tiene mil responsabilidades y poca capacidad de decisión. ¿Cómo crees que le afecta ese estrés? Un estudio ha detectado que puede perjudicarse el corazón, así que presta mucha atención.

Todos los extremos son malos y ésta no es la excepción: mientras que estar desempleado por mucho tiempo puede generar problemas de ansiedad y depresión, tener mucho trabajo o trabajar bajo mucha presión de manera continua puede afectar, por ejemplo, la salud del corazón de las mujeres. Y no sólo el corazón de ellas, los hombres se ven afectados también.

Un estudio reciente ha sumado pruebas nuevas de cómo el estrés puede afectar la salud, sin importar el sexo de la personas. Se trata de un meta análisis de investigaciones europeas (es decir, un análisis que compara y analiza los resultados de otros) algunas publicadas y otras no publicadas, según el cual las personas que estaban sometidas a un estrés elevado en sus trabajos (específicamente aquéllos con  muchas presiones y poco poder de decisión) tenían casi 25 por ciento más posibilidades de desarrollar enfermedades del corazón o enfermedades coronarias.

Las enfermedades coronarias (entre las cuales se incluyen los infartos, la angina de pecho y la muerte súbita, y que según la Organización Mundial de la Salud causaron la muerte de alrededor de 7.3 millones de personas en 2008), son provocadas por la acumulación de depósitos de grasa en las arterias que llevan el oxígeno al corazón.

Para llegar a estos datos, que fueron publicados en la revista especializada The Lancet, unos investigadores del Colegio Universitario de Londres, en Inglaterra, combinaron la información de 200 mil trabajadores adultos de Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Holanda, Inglaterra y Suiza. Ninguno de ellos había sufrido antes una enfermedad coronaria y todos fueron vigilados durante 7.5 años como promedio, entre 1985 y 2006.

Al inicio del estudio, les pidieron a todos los participantes que completaran cuestionarios sobre las responsabilidades de sus trabajos, la cantidad de trabajo que tenían (si era excesivo, si tenían tiempo para realizarlo) y la libertad para tomar decisiones en el trabajo. Al finalizar, registraron 2,356 casos de enfermedad coronaria y encontraron que las personas que habían declarado sufrir estrés laboral tenían un riesgo 23% mayor, incluso teniendo en cuenta otros factores como el estilo de vida, la edad, el género y el estatus de la persona.

Según los autores, este estudio ha permitido acceder a datos sobre la relación entre el estrés y las enfermedades coronarias “con mayor precisión”, ya que no es la primera vez que se conocen estudios de este tipo pero los anteriores no eran tan precisos metodológicamente y su alcance era limitado.

Otro caso que se suma a estas evidencias fue una investigación publicada en la edición en línea de la revista Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry. En este caso, el estrés psicofísico, junto con la ansiedad y la depresión son factores de riesgo para padecer un accidente cerebrovascular o ACV (que en algunos casos también puede ser provocado por la acumulación de depósitos de grasa en las paredes de los vasos sanguíneos).

Para llegar a estos resultados, unos investigadores del Hospital Clínico Universitario San Carlos de Madrid, en España, compararon los factores de riesgo del ACV en 150 adultos que tenían 54 años como promedio, que habían sufrido un accidente cerebrovascular, y 300 adultos sanos de la misma edad y residentes de la misma zona geográfica (que funcionaron como lo que se denomina el “grupo de control”).

Entre los factores de riesgo del ACV no sólo incluyeron los factores físicos (como la diabetes, la hipertensión y el colesterol alto), sino también los niveles de estrés. Para medirlos, los especialistas usaron herramientas estandarizadas para evaluar los eventos vitales importantes, la ansiedad, la depresión, el bienestar general y el tipo de personalidad. Además, los participantes respondieron a preguntas sobre su situación laboral (si tenían empleo o no) y su consumo de cafeína, alcohol, bebidas energéticas y tabaco.

Según este estudio, haber sufrido un evento estresante importante en el año anterior cuadruplicaba el riesgo de desarrollar un ACV, mientras que las probabilidades se duplicaban para quienes fumaban o habían fumado en el pasado y para los que tienen una personalidad tipo A (es decir, aquellas personas que sienten un impulso de competencia excesivo, agresividad, impaciencia, hostilidad sin razón aparente y, casi siempre, una inseguridad profundamente arraigada).

A la luz de todos estos datos, se hace evidente la necesidad de aprender a controlar las situaciones de estrés, ya sea en el trabajo como en otras circunstancias. La buena noticia es que tú puedes hacer mucho para modificar tu estilo de vida y combatir a esta enfermedad tan característica de la sociedad actual.

¿Cómo? El practicar ejercicios o actividades físicas que te entretengan y te conecten contigo mismo(a) y con tu cuerpo puede ser de gran ayuda. También podrías aprender técnicas de relajación, meditación, estiramiento, yoga o Tai Chi, así como asistir a unas sesiones para recibir masaje.

Si aun así el estrés continúa por mucho tiempo, es importante que consultes con un profesional para que te ayude a controlarlo y, si es necesario, para que te indique si necesitas psicoterapia y/o algún tratamiento con medicinas.

No hagas a un lado al estrés. Combatirlo no sólo es importante para cuidar tu salud mental sino también, como sabes ahora, la de tu corazón y tu vida misma.

 

Actualización de un artículo originalmente publicado en el 2012.

Imagen © iStock / Maridav

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