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La hepatitis vírica es una enfermedad que consiste en la inflamación del hígado y que está producida por un virus. En anteriores artículos hablamos de los distintos tipos de hepatitis que existen, cuáles son sus síntomas y sus principales vías de contagio. En este último artículo abordaremos cuáles son las opciones de tratamiento que existen en la actualidad para esta enfermedad. 

La hepatitis vírica puede presentarse de forma agua, cuando su duración es inferior a los seis meses. En estos casos muchas veces las personas se curan de forma espontánea, y no son necesarios tratamientos con medicamentos. Pero en algunos casos esta enfermedad puede acabar siendo crónica y entonces sí que es necesaria la atención por parte de profesionales sanitarios.

Recomendaciones generales para la hepatitis

Cuando una persona tiene una hepatitis vírica puede llevar una vida normal, pero hay una serie de recomendaciones que es importante tener en cuenta:

  • Debes seguir una dieta saludable y equilibrada, ya que el hígado procesa y filtra todo lo que se come y se bebe.
  • Practicar ejercicio físico de manera regular siempre que sea posible, en función del estado general.
  • Abandonar el consumo de alcohol, ya que las personas con hepatitis C o B que beben alcohol, aunque sea de forma moderada, tienen mayor riesgo de desarrollar una cirrosis y también de padecer cáncer de hígado.

Además, para las personas con hepatitis B y C que se han vuelto crónicas existen actualmente tratamientos farmacológicos muy eficaces. En el caso de la hepatitis B tenemos medicamentos muy buenos, que se dan por vía oral. Pero estos medicamentos no llegan a curar la enfermedad. La controlan y logran que el virus se mantenga indetectable en la sangre pero, si paramos la medicación, vuelve a aparecer”, explica el Dr. Xavier Forn, jefe de la Unidad de Hepatitis del Hospital Clínic de Barcelona, España.

No todos los pacientes con infección por el virus de la hepatitis B necesitan tratamiento. En algunos pacientes el sistema inmunitario logra controlar el virus de forma natural y presentan carga viral muy baja con análisis normales. Este estado se conoce como portador inactivo y tiene muy buen pronóstico sin necesidad de tratamiento. En la hepatitis aguda solo está indicado el tratamiento con antivirales, en el caso de que se trate de una hepatitis grave. Si la hepatitis aguda no tiene criterios de gravedad no es necesario iniciar tratamiento dado que en el 95% de los casos la infección se resuelve sola.

En el caso de la hepatitis C en cambio sí que existen medicamentos que logran su curación. Tenemos medicamentos que se administran por vía oral y que son muy seguros. Se dan por un periodo corto de tiempo, de 8 a 12 semanas, y el 99% de los pacientes se curan sin efectos secundarios. Evidentemente si el enfermo, por las circunstancias que sea, tiene una enfermedad avanzada, se debe continuar haciendo el seguimiento, aunque el virus haya desaparecido del organismo”, continúa explicando el Dr. Xavier Forn.

La importancia de la prevención

Además de existir estos tratamientos una vez que se presenta la infección, también existen vacunas que ayudan a prevenir su contagio. En el caso de la hepatitis B esta es eficaz en un 95% de los casos y su protección dura más de 20 años. Es cierto, sin embargo, que todavía no existen vacunas para la hepatitis C, por lo que la prevención en este caso es fundamental.

De todas formas, aunque se produzca un contagio, el Dr. Xavier Forn quiere dar un mensaje de tranquilidad. Lo que le diría a un paciente a quien le han diagnosticado de una hepatitis es sencillo. Disponemos de medicamentos muy buenos, cada vez mejores, y por tanto no debe estar nervioso. Hoy en día es muy raro que una persona con hepatitis tenga consecuencias severas para su salud. Soy muy optimista y dentro de unos años aun lo seremos más”.

 

Por Miguel Ramudo
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